Capítulo 24 Información actualizada sobre su estado
Desde que Zacarías se enteró de que Cecilia estaba embarazada, hizo que el personal del hospital lo mantuviera al tanto de su estado. Por alguna razón, el corazón de Natanael tembló de repente.
-¿Qué ocurre? -preguntó.
-No conozco todos los detalles. Cuando fui hoy al hospital, oí decir a los médicos que Cecilia había muerto–respondió Zacarías.
Aquellas palabras golpearon a Natanael como un rayo. «¿Que había muerto? ¿Cómo era posible? Anoche estaba perfectamente».
Se levantó de un salto, seguido de cerca por el mareo.
-¿Qué ha pasado exactamente?
-Los médicos dijeron que trajeron a Cecilia anoche y que murió esta mañana a pesar esfuerzos por salvarla.
de sus
Sin decir nada más, Natanael tomó la chaqueta del traje que había tirado a un lado y salió corriendo por la puerta. Condujo directamente al hospital.
Por el camino, las palabras de despedida de Cecilia de la noche anterior resonaron en sus oídos:
-Señor Rotela, quiero preguntarle, si yo muriera, ise pondría triste?
Por razones desconocidas, a Natanael le costó respirar. Se abrió de un tirón los dos botones superiores de la camisa, pero seguía sintiendo que no le llegaba suficiente aire. Por fin llegó al hospital. Zacarías llevaba un rato esperando fuera.
-¿Dónde está? -preguntó Natanael, caminando rápidamente hacia él.
-La enfermera dijo que alguien se la había llevado. He comprobado las imágenes de vigilancia y era Calvin.
Ya era la una de la madrugada. Zacarías, algo cansado, le entregó a Natanael el vídeo de vigilancia.
-Anoche, poco después de medianoche, trajeron a Cecilia. Murió por pérdida excesiva de
sangre…
Poco después de medianoche. Natanael recordó que había sido poco después de dejarla. «¿Qué había ocurrido durante ese tiempo? ¿Muerte por pérdida excesiva de sangre?». No se lo creía.
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Inmediatamente hizo una llamada, ordenando una investigación sobre el paradero de Calvin, así como el de Cecilia. Estaba destinada a ser una noche de insomnio.
Zacarías se pascaba delante de Natanael.
-¿Cómo es posible que alguien tan vivo haya muerto de repente? ¿A qué juega ahora esa sorda?
Natanael no tenía paciencia para chácharas. Ordenó a Zacarías que investigara la situación del hospital y se marchó. Cuando se fue, recopilaron los informes del hospital sobre las últimas pruebas de Cecilia y se los entregaron a Zacarías. Sentado en la silla, Zacarías hojeó los documentos con impaciencia.
Antes, lo único que sabía era que Cecilia había intentado suicidarse con una sobredosis de medicamentos y había sido hospitalizada, donde descubrieron que estaba embarazada. Pero ahora veía todos los expedientes sacados de otros hospitales.
Deficiencia auditiva progresiva hasta la sordera, frecuentes hemorragias de oído, depresión grave, deterioro de la memoria, infertilidad… La causa de su muerte fue una depresión prolongada, un consumo excesivo de somníferos que le provocó trastornos mentales y un corte de muñeca autoinfligido, que le causó la muerte por pérdida excesiva de sangre.
Cuanto más leía Zacarías, más inquietante le resultaba. El director del hospital, que estaba a su lado, no pudo evitar suspirar.
-Una chica tan maravillosa. Es tan joven. ¿Cómo ha soportado tanto sufrimiento? Le salvó la vida, señor Zacarías, hace cuatro años. Tiene que ayudarla ahora.
-¿Qué has dicho? -Zacarías se sobresaltó, mirando al director-. No fue ella quien me salvó. Fue otra persona.
-¿Alguien más? -El director se quedó perplejo-. Lo recuerdo muy claramente. Fue una joven la que te salvó. Se hizo un corte largo en el brazo con el cristal al intentar ayudar. Mire estas fotos.
El director aún recordaba vívidamente que, cuatro años atrás, la joven había llegado al hospital cubierta de sangre. Por aquel entonces, el director aún no había asumido su cargo actual. La joven se había agarrado a él, rogándole que salvara una vida. Poco sabía él que la vida que había salvado era la del hijo mayor de la familia Sotelo.
Gracias a esta deuda, el director había ascendido a su puesto actual. Aunque habían pasado muchos años, aún recordaba el aspecto de la joven. La larga cicatriz de su brazo, dejada por el cristal, permanecía vívidamente grabada en su mente.
Era dificil imaginar cómo una joven podía soportar una herida tan grave sin derramar una sola lágrima, siendo su única preocupación salvar a otra persona.
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Al oír que el director mencionaba la cicatriz, Zacarías examinó las fotos con detenimiento y se dio cuenta de que el delicado y pálido brazo de Cecilia llevaba, en efecto, una larga y descolorida cicatriz. Se le encogió el corazón.