Capítulo 99
Para Verónica, ya no tenía ninguna expectativa hacia Adolfo. Zulma, aprovechando el favoritismo de Adolfo hacia ella, había acusado a Verónica sin pruebas, logrando que Adolfo la encerrara en el sótano y la torturara. Verónica no olvidaría las cuentas pendientes con Adolfo. Pero Zulma, la autora intelectual de todo, también tendría que experimentar lo que Verónica había sufrido. Aunque no pudiera vengarse de Pilar en el corto plazo, no pensaba dejar pasar así la afrenta de la noche anterior.
“¡Verónica, Adolfo no te lo perdonará!” Zulma intentaba asustar a Verónica usando a Adolfo.
“¿Ah sí?” Verónica soltó una risa fría. Quería ver cómo es que Adolfo no la perdonaría.
“Échenla.” Verónica habló fríamente. Al oír las órdenes, el guardaespaldas, sin piedad alguna, lanzó a Zulma al interior. Zulma cayó fuertemente al suelo.
“¡Ah!” Gritó, torciendo su rostro de dolor. Miró con odio a Verónica, quien estaba parada en la puerta. No podía creer que Verónica realmente la hubiera encerrado allí.
Pero… eso era todo. Zulma se calmó pronto, mirando a Verónica con ojos llenos de burla. Pensaba que Verónica le haría algo más, pero resultó ser solo un encierro en el sótano. Qué ridículo. No le temía al sótano. Si la encerraban allí, Yessie no la encontraría y naturalmente buscaría a Adolfo. Pronto Adolfo vendría a sacarla. Y en ese momento, haría que Verónica
pagara.
“Zulma, ¿en qué piensas?” Verónica encontró la mirada burlona de Zulma y la devolvió con aún más sorna, con una sonrisa en los labios, “He oído que lo que más temes son… las serpientes.”
Al oír ‘serpientes‘, la burla en los ojos de Zulma se congeló de inmediato. Un miedo y pánico emergieron en su mirada. Era lo que más temía en la vida. De niña, una serpiente la mordió, y desde entonces, ni siquiera podía soportar oír sobre ellas sin sentir escalofríos. Intentando ocultar su miedo a Verónica, Zulma trató de mantener la calma y dijo con valentía fingida: “Verónica, ¿piensas que soy como tú? ¿Que temería esas cosas?”
“¿Ah sí?” La sonrisa de Verónica se tornó más burlona. Le hizo una señal al guardaespaldas. Inmediatamente, el guardaespaldas sacó una jaula de otra habitación y la puso en la entrada. La jaula estaba cubierta con un paño negro, haciendo imposible ver su interior. Pero los sonidos de “sss, sss” que provenían de dentro ya dejaban claro lo que había.
El rostro de Zulma se volvió pálido de inmediato, su compostura se desvaneció mostrando un terror absoluto hacia la jaula. Se movió instintivamente hacia atrás y gritó en pánico,
“Verónica, Adolfo no te lo perdonará.” Incluso en ese momento, seguía amenazando. Adolfo era su única carta contra Verónica.
“Ja, si me atrevo a hacer esto, ¿crees que me importaría él?” Verónica se rio fríamente. Avanzó hacia la jaula y, delante de Zulma, levantó el paño negro de la jaula. Miró sin expresión a las serpientes en la jaula, criaturas que hasta la noche anterior le habrían causado temor. Pero, después de la noche pasada, estas ya no serían su debilidad. Al contrario, serían la de Zulma.
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Capítulo 99
Verónica levantó la tela tan de repente que Zulma, que miraba hacia la puerta, fue golpeada por el impacto visual de las serpientes enroscadas, siseando. El miedo la invadió, y gritó con una voz aguda y desesperada, “¡Ahh!”
Viendo a Zulma llena de terror, Verónica comentó, “¿No que no temías?”
“Verónica, si tienes algo que decir, déjame salir y hablemos. Te prometo que no le diré nada de esto a Adolfo.” ¿Cómo podría Zulma no temer?