Capítulo 98
Después de despertarse, le pidió ayuda a la abuela Ferrer para investigar aquel asunto. La abuela Ferrer le informó que ya había investigado. El número con el que se había contactado era efectivamente el suyo, pero ese día había sido hackeado, y tenía una coartada que probaba que no estaba presente en el lugar y momento del incidente, lo que confirmaba su inocencia. Nando también había investigado a Zulma, pero no encontró ninguna evidencia que la relacionara con el caso. No había registros de transacciones entre esa persona y Zulma; no se conocían de antes y ella no había tenido ningún encuentro privado con esa persona. Si la abuela Ferrer no pudo encontrar nada, entonces definitivamente no había nada. Esto significaba que, con la evidencia que Nando había encontrado, solo podía demostrar ante Adolfo que ella no era la responsable de aquel acto. Pero eso no sería suficiente para probar que Zulma había orquestado todo para hacerle daño y mostrarle a Adolfo la verdadera cara de Zulma. Por eso, rechazó la sugerencia de la abuela Ferrer de presentar esa evidencia a Adolfo para que él le pidiera disculpas y se arrepintiera. Para ella, una disculpa de Adolfo no tenía ningún valor. El daño ya estaba hecho. ¿De qué servían sus disculpas? Además, si Adolfo no tenía un lugar para ella en su corazón, incluso probando que la cuenta no era suya, él todavía podría dudar de ella. Después de todo, en sus ojos, solo había tres personas involucradas, ¿quién más podría ser si no era ella?
En ese momento, la abuela Ferrer pensó que ella amaba demasiado a Adolfo para tener un conflicto con él, y le preguntó, “Vero, ¿vas a dejarlo asi?”
Ella respondió firmemente a la abuela Ferrer, “¡No!” ¿Cómo podría dejar que Zulma se saliera con la suya después de haberla incriminado?
Cuando se abrió la puerta del auto, Verónica salió lentamente. En cambio, Zulma fue arrojada bruscamente al suelo por el guardaespaldas.
“¡Ugh!” Con la boca tapada, emitió un sonido de dolor. Ella yacía en el suelo de manera desordenada, mirando hacia arriba con los ojos rojos de ira, mirando a Verónica con odio. Aunque era dificil entender sus palabras con la boca tapada, era evidente que estaba maldiciendo. Verónica simplemente la miró fríamente y le dio una señal al guardaespaldas, antes de dirigirse a la mansión. Zulma fue arrastrada hacia adentro por el cuello de su ropa por el guardaespaldas. Con grandes pasos y las manos atadas detrás de la espalda, Zulma no podia seguir el ritmo. Sus pies casi arrastraban por el suelo, sus zapatos se deslizaron, y sus dedos se rozaron contra el suelo, dejando un rastro de sangre mientras era arrastrada hacia la
que mansión. Hasta que llegaron al sótano. Fue entonces cuando Zulma comprendió lo Verónica pretendía hacer. Parado frente a la puerta del sótano, el guardaespaldas finalmente arrancó el sucio pañuelo de la boca de Zulma. “Verónica, maldita…” Después de haberse contenido todo el camino, Zulma empezó a maldecir en cuanto recuperó la capacidad de
hablar.
“¡Paf!” Antes de que Zulma terminara, Verónica le dio una fuerte bofetada en la cara. El impacto giró su cabeza, y de su boca brotó un hilo de sangre.
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Capitulo 98
“¡Verónica!” Zulma intentó maldecir de nuevo, pero al encontrarse con la mano de Verónica, tragó sus palabras. Con una mirada desafiante, dijo: “Verónica, ¿qué derecho tienes para encerrarme?”
“¿Derecho? Verónica soltó una risa. “Zulma, ya que te tengo aquí, ¿todavía haces ese tipo de pregunta estúpida? ¿Encerrarte? Hoy simplemente quiero hacerlo, ¿qué vas a hacer al respecto?”
Zulma había tramado contra ella, pero Verónica no tenía pruebas concretas de que Zulma fuera la responsable. Verónica lo sabía claramente. Si ella se desvinculaba del asunto, solo podía ser un auto–sabotaje de Zulma. Pero Adolfo amaba profundamente a Zulma, y aunque hubiera pruebas concretas contra Zulma, si ella lloraba, Adolfo se ablandaría y no soportaría lastimarla ni un pelo.
