Capítulo 20 Podrida hasta la médula
เจ
Lectura terminada
El verano en el sur solía caracterizarse por lluvias torrenciales. En los días posteriores a su alta hospitalaria, Calvin se convirtió en un visitante frecuente de Cecilia. Los efectos residuales de la medicación habian mermado la salud fisica de la mujer en comparación con su estado previo. Sin embargo, su bienestar mental había experimentado una notable mejoría. Incluso en los momentos en que el apetito la abandonaba, se esforzaba por ingerir algo de alimento.
En presencia de Calvin, Cecilia mantenía un silencio inquebrantable respecto a Natanael. Con el paso del tiempo, ciertas personas se convierten en fuente de dolor con su mera mención. O quizás, simplemente, se resistía a contaminar a sus amigos con la negatividad que aún la embargaba.
En la soledad de sus momentos íntimos, Cecilia se sorprendía a sí misma contemplando fijamente la foto de perfil de Natanael en WhatsApp. La incertidumbre sobre cómo reanudar el tema del divorcio la consumía internamente.
Aquel día, Cecilia regresaba de hacer la compra cuando una figura imponente obstaculizó su camino. Estela, ataviada con gafas de sol y una mascarilla, lucía una larga melena que caía por su espalda. Su atuendo, un llamativo vestido largo complementado con tacones altos, le confería una presencia abrumadora e intimidante.
-Ceci, ¿sabe la señora Sosa que no estás muerta? -preguntó Estela con una sonrisa juguetona.
Cecilia no esperaba encontrársela aquí. Las dos encontraron un café tranquilo y se sentaron junto a la ventana. Grandes gotas de lluvia golpeaban el cristal.
Estela se quitó la máscara, mostrando su delicado rostro.
-No te preocupes. Me enteré por Zac de que Marni había tomado el dinero del señor Lara y ya había huido con la señora Sosa. No te molestarán más.
Cecilia ya había oído esto de Calvin. Temiendo represalias por no haber casado a Cecilia con la familia Lara como habían acordado, Paula y Marni entraron en pánico y huyeron al extranjero el mismo día. ¿Quién hubiera podido predecir que la otrora acaudalada familia Sosa se convertiría en perros callejeros por culpa de unos simples trescientos millones?
Cecilia escuchó en silencio, sin mostrar ninguna reacción emocional.
-¿Qué quieres decir? -preguntó finalmente.
La mirada de Estela se desvió hacia el vientre de Cecilia, que aún no se le notaba. Se pellizcó la palma de la mano, pero decidió no exponer a Cecilia en el acto. En su lugar, dijo:
-Dime, ¿qué te costará dejar a Natanael? Dime tu precio. Te lo daré.
1/2
3:32 am f
Capitulo 20 Podrida hasta la médula
Qué arrogancia. Cecilia sonrió. Su mirada tranquila se fijó en Estela.
เจ
Lectura terminada
-Llevo tres años casada con Natanael, así que nuestros bienes comunes deben valer al menos miles de millones. ¿Puedes permitírtelo?
Ni siquiera las celebridades más aclamadas podrían ostentar tanto. Estela, a pesar de haber pulido su reputación en el extranjero, no era más que una fachada, podrida hasta la médula en su interior.
La mirada desdeñosa de Cecilia encendió la ira de Estela, quien apretó los dientes con rabia apenas contenida. Inevitablemente, recordó que la mujer frente a ella había sido, en otro tiempo, la hija predilecta de la familia Sosa, para quien el dinero no era más que una cifra intrascendente. En aquella época dorada, el abuelo de Cecilia, el patriarca de la dinastía Sosa, era reconocido como el hombre más acaudalado de Tudela.
Sin embargo, la realidad actual contrastaba dramáticamente con aquel pasado glorioso. Ahora, Cecilia no era más que una mujer abandonada, aparentemente desprovista de afecto y apoyo. Este pensamiento insidioso proporcionó a Estela un perverso consuelo, curvando sus labios en una sonrisa cargada de malicia y satisfacción.
-No sabes quién me envió a hablar contigo, ¿verdad? La madre de Natanael me pidió expresamente que te dijera que, mientras estés dispuesta a marcharte, el dinero no es problema. Considéralo… caridad para un mendigo.
«Un mendigo…» Cecilia recordó cómo Elena la había halagado cuando la instó a casarse con Natanael. Dijo que sólo la hija de la familia Sosa era digna de Natanael y que la trataría como a su propia hija.
De repente, Cecilia no quiso soportar más aquella humillación. Se levantó.
-Entonces trae primero el dinero y hablaremos.
No necesitó pensarlo dos veces para saber que Elena no le daría ni un céntimo. Mientras Cecilia se alejaba, pudo oír la advertencia de Estela detrás de ella:
-Te arrepentirás de esto.
De vuelta en casa, más tarde esa noche, Cecilia estaba medio dormida cuando la despertó el timbre del teléfono. Contestó, y la voz profunda y gélida de Natanael le llegó del otro lado.
-Realmente te he sobrestimado. ¿Cuántos millones quieres? Desapareces unos días, ¿y este es el plan que se te ocurre?