Capítulo 60
La abuela Ferrer tomó el teléfono, miró el video, y su expresión se tornó sombría de repente. Alzó la vista y reprendió con voz severa, “¡Arrodillate!”
Al oír que Verónica tenía pruebas, Silvia, que estaba nerviosa con la cabeza agachada preparándose para admitir su error voluntariamente, vio que la abuela Ferrer de repente se enfurecía, y sus ojos se iluminaron. ¿Cómo Verónica podría tener pruebas?
En ese momento, cuando Yesenia fue a buscar a Verónica, ella estaba parada al otro lado del lago, viéndolo todo claramente. En el lugar, aparte de Verónica y Yesenia, solo estaba ella. Mientras se mantuviera firme, Verónica no tendría cómo defenderse. ¿Tener pruebas? Casi se cree sus mentiras. Pensando en esto, Silvia inmediatamente enderezó la espalda y levantó la cabeza.
Al ver que Verónica aún se atrevía a estar parada a su lado, inmediatamente la reprendió con el rostro frío, “Verónica, ¿no escuchaste que la abuela te dijo que te arrodillaras? ¡Hazlo ya!”
Mientras hablaba, agarró el brazo de Verónica, intentando hacerla arrodillarse.
“¡Dije que tú te arrodillaras!” La abuela Ferrer volvió a gritar con furia.
“¿Yo?” Silvia, con una mirada de shock, se encontró con la severa mirada de la abuela Ferrer, y asustada, se arrodilló en el suelo con un “plop“.
“Abuela, ¿qué hice mal?” Silvia, convencida de que Verónica no tenía pruebas, se arrodilló, defendiéndose a sí misma.
“¿Lo que dijiste, lo viste con tus propios ojos?” Con una mirada de la abuela Ferrer, el mayordomo Nando, que estaba detrás de ella, ya había proyectado el video de la grabación en el teléfono de Verónica en la pared.
Todos, con pensamientos diversos, dirigieron su mirada hacia allí.
En el video, se podía ver claramente que Verónica no empujó a Yesenia; fue Yesenia quien cayó al lago por sí misma. El rostro de Silvia se puso pálido de repente. No esperaba que Verónica realmente tuviera pruebas. Esa desgraciada, realmente había preparado una trampa para hacerla caer.
“Verónica, eres demasiado maliciosa, ¿intencionalmente preparaste el teléfono solo para hacer que la abuela me castigue?”
“¡Paf!” La abuela Ferrer levantó la mano, dándole una fuerte bofetada en la cara a Silvia.
La mirada hacia ella estaba llena de decepción.
Silvia, se tocó la cara.
Aunque la abuela nunca la había tratado como un tesoro, nunca había puesto una mano sobre ella. Esta era la primera vez que la abuela la golpeaba. Todo por esa desgraciada Verónica.
“Abuela, ¿por qué me golpeaste? ¿Dónde me equivoqué, si Verónica claramente está tratando
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de incriminarme?”
“¡Aún te atreves a hablar! ¿Qué tiene de malo que Vero se proteja? ¿Fue ella quien te puso un cuchillo en el cuello para que mintieras y la incriminaras?” La abuela Ferrer, mirando a Silvia, que seguía sin reconocer su error y se mostraba desafiante, estaba tan enfurecida que levantó la mano para volver a golpearla.
“¡Mamá!” Raquel, antes de que el segundo golpe de la abuela Ferrer cayera, se adelantó para proteger a su hija, “Mamá, Silvia aún es joven, no entiende, no seas tan dura con ella“.
“¿Aún joven? ¿A los veinticuatro años todavía no entiende? ¿Cuándo planea empezar a entender? Raquel, Silvia está malcriada por tu culpa“.
Raquel no se atrevió a responder.
La abuela Ferrer le lanzó una mirada furiosa y volvió a mirar hacia Silvia, “Vas a ir al santuario a arrodillarte y reflexionar sobre tus acciones, sin mi permiso, nadie puede liberarte“.
En la familia Ferrer, la abuela Ferrer tenía la autoridad absoluta y dada su orden, Silvia fue
arrastrada fuera.
Raquel, viendo el semblante de la abuela Ferrer, tragó las palabras de súplica que tenía para
decir.
Al levantarse para volver al sofá, lanzó una mirada feroz a Verónica.
Verónica le devolvió la mirada tranquilamente, luego su mirada pasó por ella y se detuvo en Zulma, que estaba sentada al lado de Adolfo, tratando de minimizar su presencia.
Pero ella no tenía intención de dejar ir a Zulma.
“Abuela, Zulma también me incriminó“. Verónica, con los ojos enrojecidos y en voz baja, se quejó con tristeza.
Si Zulma pudo apoyarse en la influencia de Adolfo ella también podía hacerlo con la abuela
Ferrer.
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