Capítulo 77
-¿Qué? -La voz de Samuel se volvió tan oscura como su expresión
Esther se acomodo nuevamente en su silla con elegancia estudiada
-Presidente De la Garza, por favor -su tono era suave pero firme
-Esther, piensalo bien antes de hablar -advirtió él, su mandibula tensa
-Presidente De la Garza, lo he pensado muy bien.
Una sonrisa sutil jugó en los labios de Esther mientras continuaba:
-Como usted mismo lo dijo, hoy es San Valentin, un dia para que los enamorados celebren juntos. El presidente De la Garza deberia ir a acompañar a la señorita Miravalle, en lugar de Tlevarme a casa. Si la señorita Miravalle lo ve y malinterpreta, sería problematico.
-Está bien, Esther, ¡recuerda tus palabras! -espetó Samuel antes de girar sobre sus talones y abandonar el restaurante con su séquito.
Ya fuera, Bianca se acercó a él con expresión preocupada.
-Presidente De la Garza, la señorita Montoya no quiere irse, ¿qué hacemos? Si la abuela
pregunta.
-Investiga qué pasó exactamente con las heridas en el rostro de Esther–ordenó Samuel, su ceño profundamente fruncido.
-¿El presidente De la Garza sospecha que esos dos le arrojaron suciedad a la señorita Montoya? Pero parecen ser buenos amigos de la señorita Miravalle, tema que al preguntar.
-Entonces pregunta a las demás personas del comedor -corto Samuel con fraldad-
También tengo que enseñarte eso?
-Si, presidente De la Garza
Samuel lanzó una última mirada penetrante hacia el interior del restaurante, donde Esther y Gabriel parecian enfrascados en una amena conversacion. Sus cejas se fruncieron aun más.
¿San Valentin, queriendo pasarla con Gabriel? ¡Esther, qué llusal
-Llama a Olimpia -ordenó a Bianca-, dile que eduque bien a su hija,
Si
Por la tarde, cuando Esther regresó a casa desde la escuela, Olimpia la recibio hecha una furia.
-¡Esther! -exclamó, señalándola acusadoramente ¿Qué hiciste al mediodía?
Capítulo 77
-Vaya, parece que te importa mucho -respondió Esther con calma-. ¿Qué tiene que ver contigo lo que yo haga?
Los ojos de Olimpia se abrieron desmesuradamente.
-¿Qué no tiene que ver conmigo? ¡Esther! ¿Sabes que hasta el presidente De la Garza ha
llamado a casa?
-¿En serio? La voz de Esther mantenía su serenidad-. ¿Y eso qué tiene que ver conmigo?
-¿Qué cómo no va a tener que ver? -estalló Olimpia-. ¡Te atreves a ligar con otro hombre delante de tu prometido! ¿Estás loca?
Olimpia no podía creer que su hijastra hubiera perdido el juicio de esa manera. ¡Nunca había visto a una prometida que saliera con otro hombre y aun así se mostrara tan desafiante!
-Samuel también sale a citas con Anastasia todo el tiempo -respondió Esther con indiferencia-. ¿Cuál es el problema?
-¡Samuel es Samuel! ¡Tú eres tú! ¿Una mujer puede hacer lo mismo que un hombre? ¡Estás bromeando!
Esther alzó una ceja con delicada ironía.
-¿Lo que la señora Montero está diciendo es… que los hombres pueden andar de parranda, pero las mujeres no?
-Los hombres con dinero y poder pueden andar de parranda -sentenció Olimpia-. Nuestra familia Montoya necesita a la familia De la Garza ahora, ¿cómo te atreves a causar escándalos?
Su tono se volvió inapelable.
-Esta noche tienes que ir a visitar a la familia De la Garza. Ganarte el favor de doña Montserrat es lo importante. ¿Me escuchaste?
Un golpe en la puerta interrumpió su pelea. Al abrirla, Olimpia se encontró con Bianca en el umbral.
Su rostro se transformó instantáneamente en una máscara de amabilidad.
-Ah, Bianca, ¿has venido a buscar a Esther? ¡Qué coincidencia, justo acaba de llegar!
Arrastró a Esther hacia la puerta.
-Nuestra Esther estaba justo a punto de disculparse con el presidente De la Garza. Durante el día, se debió a que estaba preocupada por mantener la dignidad del presidente Bouchard, por eso no pudo rechazar a la otra parte, no fue intencional.
-Nos alegra que la señorita Montoya esté dispuesta a venir con nosotros -respondió Bianca con una sonrisa cortés-. Señorita Montoya, por aquí, por favor.
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