Capítulo 438
Lucio, apuntando con furia hacia su esposa, con la voz temblorosa, dijo: “Quiero el divorcio. Tú y tu hijo, fuera de esta casa.”
La mujer se desplomó sin fuerzas al suelo.
Salvador, envuelto en un abrigo negro, se sentó en una calle azotada por el viento fresco. El flequillo que solía darle un aire juvenil, ahora estaba peinado hacia atrás, descubriendo su frente lisa. Su presencia, inigualablemente madura, lo hacía parecer mucho más estable de lo que su edad sugería.
Mirando fijamente aquel árbol despojado de todo su verde, sintió brotar en su interior una intensa sensación de desesperanza.
En ese momento, recordó el día que dejó Ciudad de México, cómo había reunido el valor para besar a Aurora y confesarle su amor guardado a través de dos vidas. Pero… tras dos largos años, ella no había respondido ni una palabra.
Su silencio era una clara negativa a su confesión.
Valeria le había dicho que ella había dejado Ciudad de México para establecerse en el campo.
¿Acaso estaba evitándolo a propósito?
Salvador se sentía inquieto,
Un lujoso auto se detuvo frente a él, y su secretario salió de él, emocionado: “Señor.”
En su mano, agitaba un portafolios, pero en su excitación, al cruzar de la carretera al paso de peatones, tropezó con el bordillo, lanzando el portafolios por los aires.
Salvador se llevó la mano a la frente en un gesto de desesperación.
Su secretario siempre era muy torpe, pero quién diría que, bajo esa apariencia de torpeza, escondia una inteligencia que hacía a cualquier persona parecer aún más torpe en comparación.
“Jeje, Señor,” Dijo el secretario, levantándose y sonriendo nerviosamente.
Salvador fue directo al grano: “¿Qué hay en el portafolios?”
“Señor, es el resumen de los informes de este trimestre. El Grupo Córdoba en los dos proyectos que colaboramos, uno tuvo pérdidas de 133 millones…”
Salvador lo interrumpió rápidamente: “Detente.”
Si lo dejaba continuar, ese número infinito podría dar la vuelta al mundo.
“Omite los decimales,” dijo Salvador.
“Millones.” El secretario añadió la unidad con precisión.
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Capitulo
Salvador asintió, sintiéndose exasperado.
“El segundo proyecto con El Grupo Córdoba tuvo pérdidas de 850 millones.”
Salvador hizo cálculos rápidos en su cabeza: “El Grupo Córdoba ya está endeudado por cientos de millones. Pronto tendrán que considerar vender la empresa. Prepárate para adquirirla a bajo precio.”
El secretario asintió: “Entendido.”
Mientras se alejaba, algo se le ocurrió y volvió corriendo, preguntando con curiosidad: “Señor, ¿Quién es esa señorita Aurora?”
Salvador se sorprendió: “¿Cómo es que sabes de ella?”
El secretario sonrió tímido: “Señor, anoche, mientras soñaba, la mencionó más de una docena de veces,”
Salvador soltó una risa.
Luego le respondió al secretario: “Ella es el amor de mi vida.”
El secretario se quedó boquíabierto: “Señor, si tanto la ama, ¿Por qué no la tiene a su lado para aliviar su añoranza?”
Salvador suspiró, y burlándose de sí mismo, dijo: “No soy lo suficientemente encantador para ella. No le intereso.”
El secretario, incrédulo, respondió: “¿En este mundo hay alguien quien no se interesa en usted? ¿Tendrá algún problema en su manera de pensar?”
Salvador lo miró con severidad: “El único con un problema en su manera de pensar eres tú. Con ese IQ de 240, ¿Quién podria superarte?”
