Capítulo 69
En la oficina principal del Grupo De la Garza, Samuel observaba con interés calculado cómo la noticia “#El Grupo De la Garza y la hija de la familia Montoya se reconcilian#” ascendía rápidamente a las primeras posiciones en internet.
Bianca, de pie frente a su escritorio, hojeó los documentos que sostenía con nerviosismo apenas disimulado.
-Presidente De la Garza, ahora que todos saben que el Grupo De la Garza y el Grupo Montoya se han aliado nuevamente, ¿qué pasará con la retirada de nuestra inversión…?
-¿No se retiró ya la inversión? -La voz de Samuel cortó el aire.
Bianca se quedó perpleja ante la frialdad de su respuesta.
-Si ya se retiró la inversión -continuó Samuel con dureza-, no hay razón para reinvertir.
-Pero si el Grupo Montoya se queda sin fondos, en tres días su economía colapsará -insistió Bianca-. Para entonces, casarse con la señorita Montoya no tendría mucho sentido, presidente.
Samuel se reclinó en su silla de cuero, dejando escapar una risa carente de humor. -Si no llegamos a ese punto, ¿cómo haría Esther para rogar por mi ayuda?
-Pero…
-También has visto cuánto ha sufrido Anastasia esta vez -interrumpió Samuel, sus ojos grises brillando con determinación-. No importa cuán arrogante sea Esther frente a mí, eso solo se debe a la confianza que le da ser parte de la familia Montoya. No creo que, enfrentando esta adversidad, se niegue a ceder.
Bianca guardó un momento de silencio reflexivo antes de añadir: -He escuchado que la señorita Montoya ya ha empezado a tomar las riendas y ahora toda la propiedad de la familia está bajo su control.
-¿Una niña rica acostumbrada solo a disfrutar de la vida? ¿Qué podría saber ella? -El desden en la voz de Samuel era palpable- Dejémosla por ahora; estoy interesado en ver cómo resolverá el problema financiero del Grupo Montoya.
Al día siguiente, el escándalo de Anastasia y su falso intento de suicidio dominaba las tendencias en redes sociales. Los medios la etiquetaron rápidamente como una manipuladora por usar bebidas azucaradas para llamar la atención.
La sección de comentarios era un campo de batalla donde todos parecían apoyar a Esther:
“¿Se hace vendajes sin haberse cortado? ¿Acaso teme que la gente no se entere de su ‘intento‘?”
“¿Fingir un intento de suicidio en la fiesta de compromiso de otra persona solo para reclamar
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territorio?”
“¿Qué amor verdadero? ¡Solo es una manipuladora queriendo intimidar a la esposa legítima!”
En la cafetería de la universidad INC, Anastasia, que momentos antes sonreía despreocupada, perdió todo color al ver los comentarios maliciosos sobre ella.
Marta Flores, su amiga leal, arrebató el celular de sus manos y lanzó una mirada amenazante a los estudiantes que murmuraban alrededor.
-i¿Qué miran?! ¡Larguense! -espetó con fiereza.
Cuando la multitud se dispersó, Marta intentó consolarla: -Anastasia, no te sientas mal, ¿quién no sabe que lo del presidente De la Garza y Esther es puro teatro? Cuando la vieja del Grupo De la Garza ya no esté, jel presidente te llevará al altar de inmediato!
A pesar del consuelo, el rostro de porcelana de Anastasia seguía sin recuperar su color. Mónica López, sentada junto a ellas, añadió con malicia:
-Escuché que la familia Montoya está al borde de la bancarrota. Seguro que ella contrató a alguien para difamarte en línea y recuperar el corazón del presidente De la Garza.
-¡Pff! -bufó Marta con indignación-. Esa Esther se pasó de la raya en tu fiesta de cumpleaños, ¡y hasta por su culpa te llovieron críticas en las redes! ¡Hay que ponerla en su lugar!
-¡Mira! ¿No es esa Esther? -otra amiga de Anastasia, Mónica, señaló repentinamente hacia una silueta que se distinguía a lo lejos.
