Capítulo 61
“¡Jamás lo hubiera imaginado!“, pensó Olimpia con asombro. “¡Esther realmente tuvo una suerte increíble! ¡Hasta el presidente Bouchard se fijó en ella!”
La duda la carcomía. ¿Qué pasaría ahora que había enviado a Esther a la cama del señor Barragán? ¿No estaría desafiando directamente al presidente Bouchard?
Justo cuando Esther se disponía a subir las escaleras, Olimpia comprendió la gravedad de la situación. Se apresuró a alcanzarla y la sujetó del brazo con desesperación. ¡Esther, espera! Me confundí por un momento; todo lo que hago es por tu bien. ¡Rápido, ve y dile al presidente Bouchard que no lo tome per…!
Antes de que Olimpia pudiera terminar su súplica, Esther se liberó de su agarre con un
movimiento brusco.
Olimpia, perdiendo el equilibrio, casi rueda escaleras abajo.
Al ver esto, Saúl corrió a sostener a su madre, fulminando a Esther con la mirada. -¡Esther! Mi madre ya te pidió disculpas, ¿qué más quieres?
Desde lo alto de las escaleras, Esther observaba a la dupla sin corazón con ojos que brillaban como hielo. Señora, va a terminar pagando por todo lo que ha hecho. Este traje me lo obsequió el presidente Bouchard. Si lo daña, ¿cómo piensa compensarlo?
Al notar el elegante traje negro que vestía Esther, el rostro de Olimpia perdió todo color.
¡Eso confirmaba que todo lo que Esther había dicho era verdad!
-No se preocupe, señora. Una vez que mañana cancele mi compromiso con el Grupo De la Garza, podremos arreglar nuestras cuentas con calma.
Cuando Esther se disponía a continuar su ascenso, Olimpia la alcanzó y aferró su muñeca. -¿Qué? ¿Vas a cancelar tu compromiso? ¡No puedes hacer eso! Gabriel aún no ha decidido si casarse contigo o no. Si cancelas el matrimonio ahora, ¡la empresa quedará endeudada! El Grupo De la Garza no dejará pasar esto. ¡Eres una irresponsable!
-¿Acaso olvidó, señora, que firmamos un contrato? La empresa y usted ya no tienen nada que ver conmigo. Lo que yo haga no es de su incumbencia.
Con estas palabras cortantes, Esther se liberó del agarre de Olimpia y subió las escaleras sin mirar atrás.
-¡Tú…! -Olimpia temblaba de furia.
Si la familia Montoya se quedaba sin recursos, ¿qué haría ella con su hijo?
-¡Mamá! ¿De verdad le cediste el control de la empresa a Esther?
Saúl había escuchado todo con claridad y, ante su cuestionamiento, la culpa se reflejó en el rostro de Olimpia. Esta reacción solo confirmó las palabras de Esther. -¡Mamá! La empresa era la herencia que papá me dejó, ¿cómo pudiste entregársela a esa mujer?
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Capitulo 61
-Hijo, tranquilízate. Esther ha ofendido al presidente De la Garza, ¡sus días están contados! Varios proyectos de la empresa ya están paralizados. ¿Qué puede saber esa señorita de sociedad sobre dirigir una empresa? Te aseguro que si mañana rompe su compromiso con el presidente De la Garza, se arrepentirá. ¡Ella misma vendrá suplicándonos que la ayudemos a
restablecer conexiones!
Saúl, aún enfurecido, replicó: -¿Y qué hay de Gabriel? ¿Qué tal si decide ayudarla?
Olimpia respondió con desprecio: -El presidente Bouchard apenas conoce a Esther desde hace unos días, ¿por qué invertiría dinero en ella? ¡No hablamos de unos cuantos millones, sino de más de mil millones! Yo creo que al presidente Bouchard solo le pareció una novedad interesante para entretenerse. Cuando se aburra, ni se molestará en ocuparse de ella.
Las palabras de su madre hicieron reflexionar a Saúl.
Con alguien como Esther que prácticamente se entregaba, ¿quién querría un compromiso
serio?
Gabriel y Samuel eran rivales declarados; seguramente Gabriel solo estaba usando a Esther para provocar a Samuel.
“¡Esta Esther realmente se cree la gran cosa!“, pensó con desdén.
Olimpia soltó una risa maliciosa. -¿Así que Esther quiere aparentar más de lo que es? ¡Pues vamos a ver! Veamos cómo se las arregla para manejar la compañía sin el respaldo del presidente De la Garza.