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El Precio de tu 88

El Precio de tu 88

Capítulo 88 

La luz mortecina del atardecer se filtraba por las persianas del hospital privado, dibujando sombras alargadas sobre el rostro de Lydia. Mateo, ajustando el gotero del suero, no podía evitar que un nudo se le formara en la garganta. Veinte años de práctica médica no lo habían preparado para presenciar una historia tan dolorosa desenvolviéndose ante sus ojos

Qué desperdicio, pensó, observando el rostro pálido pero sereno de Lydia. Una chica brillante, llena de vida y bondad genuina, ahora tendida en una cama de hospital por una cadena de eventos que parecían sacados de una pesadilla. La monitoreó discretamente mientras realizaba sus labores rutinarias, consciente de la presencia silenciosa pero abrumadora de Dante en la esquina de la habitación

El heredero de los Márquez se había cambiado el traje empapado por ropa limpia que alguien le había traído, pero el cambio de vestimenta no podía ocultar el agotamiento que emanaba de su persona. Su mirada no se había despegado de Lydia desde que la estabilizaron, como si temiera que pudiera desvanecerse si apartaba los ojos de ella. El aire acondicionado zumbaba suavemente, manteniendo la temperatura perfecta para la recuperación, pero la tensión en la habitación era casi palpable

La situación de Inés es delicada,Mateo rompió el silencio, calibrando cuidadosamente sus palabras. ¿No consideras pertinente ir a verla?” 

El silencio de Dante fue su única respuesta. Mateo sabía, como todos en el hospital, que Gustavo no se había atrevido a matar a Inés, pero los gritos que llegaban del ala este del hospital hablaban por sí solos del daño infligido. Los episodios de histeria de Inés se habían vuelto más frecuentes, alternando entre súplicas desgarradoras por ver a Dante y risas perturbadoras que helaban la sangre

Dante permaneció inmóvil, su expresión indescifrable mientras observaba el lento goteo del suero. Las ojeras bajo sus ojos delataban noches sin dormir, y la rigidez de sus hombros hablaba de un peso invisible que parecía aumentar con cada hora que pasaba. El alivio de ver a Lydia fuera de peligro apenas había mitigado el tormento que sus propias decisiones le habían causado

Mateo suprimió otro suspiro mientras completaba sus anotaciones en el expediente. Si tan solo hubiera actuado así desde el principio, reflexionó, recordando años de observar la dinámica entre estos jóvenes. La deuda moral con Leopoldo, ya fallecido, había sido más que saldada. La familia Monroy prosperaba bajo la protección de los Márquez, e Inés brillaba en los círculos sociales más exclusivos de la ciudad. ¿Realmente valía la pena sacrificar tanto por el recuerdo de un muerto

… 

En otra área del hospital, la realidad era muy diferente. Inés, recién rescatada por el equipo de Jaime, se desmoronaba ante la noticia de que Dante permanecía junto a Lydia. Su mente, ya frágil por el trauma reciente, se fragmentaba como un espejo golpeado repetidamente

¡Dante! ¡DANTE!Sus gritos rebotaban en las paredes, cada vez más desesperados, más 

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Capítulo 88 

desgarradores. El fracaso de Gustavo en eliminar a Lydia había sido el último golpe a su cordura. Todos sus sacrificios, todas sus manipulaciones, reducidos a nada

La almohada voló por los aires en un arranque de furia ciega, golpeando accidentalmente a Rafael, quien acababa de entrar con un vendaje en la cabeza. El dolor en su expresión detuvo momentáneamente la histeria de Inés, y como una presa que se rompe, las lágrimas comenzaron a fluir incontrolablemente

Rafasusurró, arrojándose a sus brazos como una niña perdida buscando consuelo

Rafael la sostuvo, su corazón dividido entre el alivio de verla a salvo y la amargura de saber el precio que había pagado por ello. La distancia en los ojos de Dante al verlo había sido clara su tiempo en el hospital estaba contado

Cuando los sollozos de Inés se calmaron lo suficiente, Rafael habló con voz suave pero firme: Inés, me voy al extranjero.” 

Las lágrimas aún brillaban en las pestañas de Inés cuando levantó la mirada, confundida. ¿Por qué?” 

Rafael sonrió con tristeza. ¿Cómo explicar que, por salvarla, había comprometido todo? Había ocultado a un secuestrador en su propio auto, facilitando el secuestro de Lydia. No solo había traicionado la confianza de Dante, sino que había puesto en peligro mortal a una inocente. Algunos errores no tienen perdón, y él lo sabía perfectamente

El silencio que siguió fue más elocuente que cualquier explicación. En los pasillos del hospital, las consecuencias de la obsesión y la lealtad mal dirigida seguían cobrando sus deudas, una a una, sin misericordia

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El Precio de tu

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