Capítulo 73
“Enviaré a Inés al extranjero, no será un obstáculo entre nosotros.” La declaración de Dante cayó en el aire como un decreto real, su expresión tan indiferente como si estuviera discutiendo el clima.
Lydia sintió que su pecho ardía de frustración. Era como hablarle a una pared de mármol, fría, impenetrable y completamente sorda a sus verdaderos deseos. ¿Cómo podía estar hablando de enviar a Inés lejos cuando ella acababa de decirle que no quería comprometerse?
Dante se ajustó la ropa con ese gesto estudiado que ella había llegado a despreciar. “Hoy, asegúrense de que pruebe todo“, ordenó a los presentes antes de dirigirle una última mirada. “Voy a dar una vuelta por la empresa.”
Sus pasos resonaron en el mármol mientras se alejaba, ignorando deliberadamente el grito furioso de Lydia: “¡No voy a probar nada, diles que se vayan!”
Lo que siguió fue una batalla perdida. Más de diez personas, todas siguiendo órdenes inquebrantables de Dante, la rodearon con determinación profesional. Si se resistía, la forzaban con gentileza implacable. Después de un rato de lucha inútil, Lydia cedió por pura extenuación. ‘Al mal paso, darle prisa‘, se recordó, decidiendo no hacer miserable la vida de personas que solo hacían su trabajo.
Con resignación calculada, se probó joyas y vestidos exquisitos, eligiendo meticulosamente los que menos le gustaban, una pequeña victoria en su resistencia pasiva.
Apenas los últimos empleados abandonaron la mansión, Lydia agarró su bolso, lista para escapar. Pero cuatro guardaespaldas materializados en la puerta truncaron sus planes.
“Señorita Aranda, por favor, permanezca en la casa. Antes de la fiesta de compromiso, le pedimos que no salga.”
Una risa amarga escapó de sus labios. “Así que, ¿Dante quiere ponerme bajo arresto domiciliario?”
“Por favor, no nos haga esto difícil“, respondieron con ese respeto mecánico tan característico de los empleados de Dante.
‘¿No hacerles esto difícil?‘, pensó con ironía. ‘¡Si la prisionera soy yo!‘
El timbre de su teléfono cortó sus pensamientos. La voz de Silvia estalló a través del altavoz: “¡Lydia, qué está pasando! Vi que Dante publicó las invitaciones a su fiesta de compromiso, ¿pasado mañana? ¿Cómo es que no sé nada?”
“¡Yo también me acabo de enterar!“, respondió Lydia con una risa que bordeaba la histeria.
“¿Aceptaste? ¡Por favor, no caigas otra vez en las garras de Dante!”
“No acepté. Pero Dante está loco, no le importa si acepto o no. Ahora incluso me tiene encerrada en la villa con un montón de guardaespaldas, ¡no me dejan salir hasta que llegue la fiesta de compromiso!”
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Capitulo 73
“¡No mames!” La indignación de Silvia era palpable. “¿Dante ahora está jugando al carcelero? ¡Eso es una falta de respeto total!” Hubo una pausa preocupada. “¿Dónde estás ahora? Voy a ir
a rescatarte.”
“No te preocupes“, la tranquilizó Lydia, bajando la voz. “Entre nos, ya acepté irme de intercambio, me voy en unos días.”
La preocupación en la voz de Silvia se intensificó. “Lydia, ¿te vas de intercambio por la presión de Dante?”
La pregunta tocó una fibra sensible. Silvia la conocía demasiado bien; sabía que Lydia había rechazado anteriormente la idea de estudiar en el extranjero. Este cambio repentino solo podía significar una cosa.
“No voy a mentir“, admitió Lydia con una sonrisa resignada. “Dante definitivamente tiene mucho que ver con esto. Si me quedo en el país, él realmente puede voltear cielo y tierra para encontrarme. Mejor ir al extranjero a esconderme, como si fuera de vacaciones.”
El recuerdo de su último intento de escape pesaba en su mente. Dante la había encontrado con una facilidad aterradora, como si tuviera ojos en cada rincón del país. Esta vez necesitaba ir más lejos, cruzar fronteras, océanos si era necesario, para escapar de su alcance.
La prisión dorada que la rodeaba ahora era solo una muestra más de lo que sería su vida si se quedaba. Cada joya, cada vestido, cada guardia en la puerta era un recordatorio de que para Dante, ella era una posesión más que controlar, no una persona con deseos y decisiones propias.
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