Capítulo 60
Saúl observó atónito a su madre mientras vendía a Esther como si fuera mercancía. -Mamá,
vendiste a Esther a Simón, ¿pero qué va a pasar con el presidente De la Garza?
-¿Qué importa ya el presidente De la Garza? -espetó Olimpia con desdén-. Esa malagradecida de Esther lo ofendió tanto que ¡la familia De la Garza jamás la aceptaría como señora! Mejor aprovechar que alguien todavía la quiere y venderla ahora. ¡Aunque solo llegue a ser la señora Barragan, es mejor que tenerla aquí peleando contigo por la herencia!
-¡ZAS!
La puerta de la residencia Montoya se abrió de golpe con una patada estruendosa.
Olimpia dio un respingo por el impacto inesperado. Al levantar la vista, se encontró con Esther parada en el umbral, su figura recortada contra la luz del pasillo.
-Tú, ¿cómo…? -Olimpia palideció, el terror dibujándose en su rostro. Se suponía que el chofer ya la había entregado en el hotel.
-¿Cómo que cómo estoy aquí, verdad? -la voz de Esther cortaba como hielo.
Olimpia sintió que la culpa le revolvía las entrañas.
-Señora continuó Esther con frialdad glacial-, nunca imaginé… aunque no tuviéramos un vínculo de madre e hija, te he llamado señora todos estos años. Mi padre siempre fue bueno contigo, y tú… ¡tú me vendiste a la cama de un desgraciado!
-Yo… yo lo hice por tu bien -se defendió Olimpia con arrogancia mal disimulada- Si no puedes ser la señora De la Garza, ¿acaso no es bueno ser la señora Barragán? Todo lo hice pensando en ti, y ahora, ¿me culpas a mí?
Escuchando estas palabras nauseabundas, Esther no ocultó el desprecio en su mirada. -¿Cómo puede existir alguien tan mierda como tú en este mundo?
-¡Esther! ¿Quién te dio permiso de hablarle así a mi madre? -Saúl se plantó frente a Olimpia con actitud prepotente- ¡Que el señor Barragán se fije en ti es una bendición! Mi madre solo quería encontrarte un buen partido. Después de ofender al presidente De la Garza, ¿crees que alguien más querría casarse contigo? ¿Quién se atrevería a tomarte?
Ante la actuación coordinada de madre e hijo, Esther soltó una carcajada que heló la sangre de
Olimpia
-Parece que… la señora tenía buenas intenciones, después de todo–dijo Esther entre risas que destilaban veneno.
Olimpia forzó una sonrisa y dio un paso al frente. -¡Por supuesto que tenía buenas intenciones! Todo lo hice pensando en tu bienestar. Te he visto crecer, ¿cómo podría hacerte
daño?
Esther la miró con una sonrisa sardónica. -¿Qué vamos a hacer entonces? Esta noche, el
Capitulo 60
presidente Bouchard acaba de anunciar nuestra relación ante todos, y la señora me vendió a la cama de Simón. Cuando el presidente Bouchard me rescató de la habitación de Simón, estaba furioso. Dijo que exigiría una explicación de parte de la señora.
-¿Qué? -Olimpia se quedó boquíabierta, su voz temblando. ¿Presidente Bouchard? ¿Te refieres a… Gabriel?
-¿Quién más podría ser aparte del presidente Bouchard?
Al recibir la confirmación, el rostro de Olimpia perdió todo color. -¿Quiere decir… que el presidente Bouchard realmente se ha fijado en ti?
En aquel momento, cuando escuchó que Esther y Gabriel habían asistido juntos al evento, pensó que era mera coincidencia. Después de todo, Gabriel nunca había mostrado interés en las mujeres, ¿cómo podría de repente fijarse en Esther?