Capítulo 41
Samuel desestimó el asunto con un gesto despectivo de la mano. -Que se haga cargo de su propio desastre. Sin la familia Montoya, esa señorita Montoya no es nada -declaró con
desdén.
En ese momento, el teléfono de la oficina rompió el silencio con su timbre característico.
Samuel contestó la llamada, y del otro lado de la línea, la voz de la recepcionista anunció: -Presidente De la Garza, hay una joven que dice venir de la familia Montoya y desea verlo.
Al oír que posiblemente era Esther, Samuel se recostó en el sillón ejecutivo y soltó una risa fría. -Déjala subir.
-Entendido, presidente De la Garza -respondió la recepcionista antes de colgar.
Minutos después, Paula subió las escaleras, luciendo un vestido blanco de gasa prácticamente idéntico al de Anastasia. Al abrir la puerta de la oficina, encontró a Samuel inclinado sobre unos documentos.
Sin dignarse a levantar la vista, Samuel comentó con sarcasmo: -¿Qué, vienes a suplicar?
-Presidente De la Garza… soy yo, Paula.
Al percatarse de que no era Esther, Samuel frunció el ceño con visible molestia. La voz de Paula había roto sus expectativas.
Paula, con el rostro enrojecido por la vergüenza, bajó la mirada. -Presidente De la Garza, yo…
-¿Quién te envió? -la voz de Samuel destilaba frialdad.
Paula se sobresaltó al notar que la actitud del presidente era completamente diferente a la de la noche anterior. Un golpe de decepción la atravesó.
-Presidente De la Garza, vine… vine a agradecerle por permitirme entrar a INC -murmuró apenas audiblemente.
-¿Ya terminaste? -espetó Samuel con impaciencia.
-…Terminé, he terminado.
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La mirada. de Samuel se tornó aún más gélida al ver a Paula vestida como una copia de Anastasia. Si ya terminaste, lárgate.
–
Incluso Paula, que no solía captar indirectas fácilmente, notó el pésimo humor del presidente.
-Señorita Elizondo, por favor -intervino Bianca desde un costado.
Paula se mordió el labio, consciente de que Esther había ganado el favor de Samuel por su parecido con Anastasia. Si Esther había podido lograrlo, ¡ella también podría!
-¡Presidente De la Garza! Veo que su café se ha enfriado, voy a prepararle otra taza -exclamó, tomando la taza de la mesa y corriendo hacia afuera sin esperar respuesta.
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Capitulo 41
-Presidente De la Garza… -comenzó Bianca.
-¡Llama a Olimpia ahora mismo, dile que me traiga a Esther de inmediato! -ordenó Samuel, cortando cualquier otra intervención.
-…Sí, presidente De la Garza.
…
Mientras tanto, en la residencia Montoya, Olimpia regresó agitada para encontrar a Esther todavía en pijama, tranquilamente sentada en la sala tomando su merienda.
-¡Esther! ¿Cómo es que todavía estás en casa? ¿No te dije que hoy tenías que ir a disculparte con el presidente De la Garza? -exclamó Olimpia con ansiedad.
-Eso lo prometió usted, ¿qué tiene que ver conmigo? -respondió Esther mientras continuaba bebiendo su café con serenidad-. No iré a la conferencia de prensa dentro de tres días, y menos aún a disculparme con Samuel.
-¡Tú! ¿Cómo puedes ser tan irresponsable? ¿No tienes idea de cuánto afectaría a la empresa s el presidente De la Garza retira su inversión? Si no vas a disculparte con él, ¡la empresa está
acabada!
-¿No ha sido siempre su deseo que yo manejara la empresa? -cuestionó Esther con fingida inocencia. Entonces, si la empresa tiene problemas, usted debería ser responsable. Si la empresa tiene deudas, usted… también tiene que pagarlas:
-¿Qué dijiste? -Olimpia se quedó perpleja.
Esther mantuvo su expresión de confusión estudiada. -¿Acaso no lo sabe? Como viuda de mi padre, a menos que… decida renunciar a la herencia de mi padre, entonces debe pagar las deudas de la empresa.
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