Capítulo 23
Como una dama de clase alta, la pintura, música, literatura y ajedrez eran solo pasatiempos diarios; el verdadero núcleo de su vida debía ser el apoyo a su esposo y la educación de sus hijos.
Ella había pensado que Lisa también compartiría esa creencia. Sin embargo, frente a Hugo, no éra apropiado decir nada. Solo cuando estuvieran solas, intentaría, de manera casual, darle algunos consejos a través de sus palabras. Después de todo, así era como Pamela solía
actuar.
Para su sorpresa, Lisa le escribió esa frase.
“…debes seguir pintando.”
Jordana rara vez interactuaba con otros, además, no estaba muy familiarizada con Lisa, así que no sabía cómo responder.
Responder con un simple “Está bien” parecía demasiado desinteresado, pero no responder parecía descortés. Instintivamente, recurrió a su celular para pedirle consejo a Lorenzo, que
estaba a su lado.
“Tu madre me envió esto, ¿cómo crees que debería responder?”
Lorenzo echó un vistazo y dijo tranquilamente: “Responde como quieras.”
Jordana vaciló; ese consejo no le ayudó en absoluto. Mientras dudaba mirando la pantalla, Lorenzo tomó su teléfono, capturó una foto de su certificado de matrimonio y se la envió a
Lisa.
Luego cerró la conversación y le devolvió el teléfono a Jordana.
“Si tienes algo que decir, dilo. Si no, déjalo así.”
Jordana preguntó aún indecisa: “¿Está bien hacer eso?”
Lorenzo, acariciando suavemente su cabeza de manera cariñosa, afirmó: “Sí, está bien. En nuestra familia, no tienes que andar con cuidado.”
Jordana se quedó en silencio, luego su mente comenzó a divagar. Antes, se consideraba orgullosa y distante, ignorar mensajes y personas era lo habitual para ella, incluso con su propia familia. ¿Desde cuándo comenzó a ser tan cautelosa?
Recordó que fue hace tres años, justo cuando se mudó a la Mansión Luna Azul. Pamela, ocupada en otros asuntos y sin poder visitar a su hijo, le envió unos mensajes informándole qué medicinas debía tomar Álvaro cada día, junto con varias otras indicaciones para cuidarlo.
Después de leer los mensajes y asistir a Álvaro, no respondió a Pamela, quien luego mencionó el asunto frente a Álvaro, por lo que éste discutió con ella y siguieron días de silencio. Pamela, por su parte, mostró su desaprobación al verla.
En ese momento, ella realmente pensó que no responder a los mensajes de Pamela había sido
14:58
Capitulo 23
un grave error, lo que provocó la insatisfacción tanto de Álvaro como de su suegra, y desde entonces, se volvió extremadamente cautelosa en situaciones similares, temiendo provocar otro incidente. Ahora, se había convertido en un hábito, uno del cual ni siquiera ella misma se había percatado.
Tras un largo silencio, Jordana finalmente habló: “Me acostumbré a ser así.”
“No te preocupes, los hábitos pueden cambiar poco a poco.” Repuso Lorenzo con seriedad.
“La forma en que hablaste por teléfono antes, con tanta firmeza, estaba bien. No necesitas complacer a nadie, sé tú misma.”
Jordana se sorprendió. Siempre le habían dicho que suavizara sus aristas, que manejara las relaciones sociales con delicadeza, pero Lorenzo le pedía que fuera ella misma.
Esa bondad le parecía surrealista, la facilidad con la que él ofrecía su cariño y protección era embriagadora. Sin embargo, el fresco viento de la realidad la hizo recobrar la conciencia.
Había conocido a Lorenzo solo hace unos días y en ese corto tiempo, creer en un cariño genuino era difícil. Probablemente, era por la excelente crianza en su familia que su carácter y valores eran tan sólidos.
De repente, Jordana entendió por qué decían que uno debe casarse con un hombre de buen carácter, ya que los sentimientos pueden cambiar rápidamente, pero el carácter, no. Casarse con un hombre de tan buen carácter como Lorenzo, cuyo único defecto podría ser tratar a todos igual, no le hacía ser especial. Sin embargo, incluso sin amor, casarse con un hombre de carácter firme como él no era mala idea. Además, tenía a Lisa, una suegra con sólidos principios que la apoyaría en sus emprendimientos. Así que, Jordana pensó que no se podía ser demasiado ambicioso.
Eran las tres de la tarde.
Los dos regresaron a la casa de la familia Rubín, el Porsche que Jordana había conducido aún estaba estacionado frente a la casa, necesitaba volver para llevar el auto de regreso a la residencia de Otilia. Lo que no esperaban era que, justo al entrar en el camino, vieran una figura familiar frente a la puerta de casa.
Era un joven de unos veinticinco o veintiséis años, apoyado casualmente en un Aston Martin. El hombre vestía una camisa caqui clara y pantalones casuales del mismo color, era alto y esbelto, con una mirada aguda, todo en él irradiaba un aire de confianza y vigor. Ese era Roque, el hermano de Jordana.
Desde pequeño, Roque fue excepcionalmente inteligente y en los últimos años, logró hacerse un nombre en Aguamar gracias a su agudo sentido comercial y su inteligencia, poseyendo su propia empresa pública.
14-59