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El Precio de tu 50

El Precio de tu 50

Capítulo 50 

Lydia sonreía con los ojos curvados en forma de media luna, una expresión de genuina felicidad que hacía tiempo no se dibujaba en su rostro. La calidez del momento se sentía como un refugio contra el frío del mundo exterior

¡Ves! ¡Lo que te recomendé es infalible!, exclamó con un entusiasmo contagioso, inclinándose ligeramente sobre la mesa

Claro, el sello de aprobación de la señorita Lydia, ¡totalmente confiable!, respondió Guzmán con ese tono suyo, mezcla perfecta de respeto y complicidad

Sus miradas se encontraron sobre la mesa, y algo en el aire pareció cristalizarse, como si el tiempo se hubiera detenido por un instante. La atmósfera entre ellos vibraba con una camaradería que iba más allá de las palabras

Lo que ninguno de los dos podía sospechar era que cada gesto, cada sonrisa compartida, estaba siendo minuciosamente documentada desde un privado contiguo. El destino, con su habitual sentido de la ironía, había decidido que esa noche no sería solo suya

Roberto Márquez había sido liberado de la estación de policía esa misma tarde, con un fuego de resentimiento ardiendo en sus entrañas. Buscando ahogar su frustración, había aceptado la invitación a cenar de su amigo Héctor Gómez, conocido por su aversión a la soledad y su preferencia por rodearse de compañía femenina en cualquier ocasión social

El azar quiso que justo cuando Héctor salía del privado para hacer una llamada, sus ojos se toparan con una escena que hizo que su instinto de chismoso se activara como una alarma: Lydia Aranda, la ex prometida de Dante Márquez, cenando íntimamente con un hombre desconocido

La escena era inequívoca: una mesa para dos, iluminación tenue, un difusor de aromas creando ambiente, y LydiaLydia sonriendo de una manera que Héctor, con su mente siempre inclinada a lo escandaloso, interpretó como provocativa

Con la velocidad de quien ha encontrado oro en forma de chisme, golpeó la puerta del privado. ¡Rober, Rober, ven rápido! ¿La mujer que está comiendo sola con ese tipo no es Lydia?” 

¿Lydia?” 

El nombre actuó como un detonante. Roberto se levantó de un salto, su cuerpo respondiendo con el instinto depredador que siempre despertaba al pensar en ella. Salió del privado con pasos silenciosos pero urgentes

Era ella. La habría reconocido aunque el mundo se redujera a cenizas. Su perfil delicado, la manera en que inclinaba la cabeza al reír, ese gesto característico de tocarse el cabello cuando algo la emocionabatodo en ella era inconfundible

Héctor, regodeándose en el drama potencial como un gato que ha encontrado un ratón herido, se acercó a Roberto con una sonrisa maliciosa. Rober, estuve fuera de la ciudad y me enteré de que se canceló el banquete de compromiso de Lydia con tu hermano. Si se canceló algo tan 

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Capitulo 50 

importante¿significa que terminaron?” 

La pregunta flotó en el aire como veneno. La cancelación repentina de un evento de tal magnitud solo podía significar problemas serios entre Dante y Lydia. Y ahora ella estaba aquí, compartiendo una cena íntima con otro hombre, intercambiando miradas que hablaban de algo más que amistad

Los pensamientos de Roberto comenzaron a girar como un torbellino oscuro. Si Dante y Lydia realmente habían terminadoLa idea de tomar el lugar de su hermano se instaló en su mente como una serpiente venenosa. Siempre había habido algo especialmente tentador en las mujeres que habían estado con Dante, como si poseerlas fuera una forma de victoria sobre su hermano perfecto

Y LydiaLydia era diferente. Su belleza iba más allá de lo físico; había algo en ella que hacía que los hombres perdieran la cabeza. Incluso él, que siempre la había despreciado públicamente, no podía negar la atracción que ejercía. Mientras había sido la mujer de Dante, ese deseo había permanecido dormido, contenido por el miedo. Pero si ahora estaba libre… 

De pronto, algo ocurrió que hizo que Roberto olvidara sus propias fantasías. Guzmán, con un gesto que destilaba intimidad, sacó un pañuelo y limpió suavemente la comisura de los labios de Lydia. El momento quedó congelado en el tiempo, y Roberto, con dedos temblorosos de rabia, capturó la escena en su teléfono

La foto era perfecta en su crueldad: la luz tenue del restaurante, la cercanía entre ambos, la ternura evidente en los ojos de Guzmán, el rubor y la sonrisa tímida en el rostro de Lydia. Era una imagen que solo podía interpretarse de una manera: dos personas enamoradas compartiendo un momento íntimo

Sin detenerse a pensar en las consecuencias, Roberto envió la foto a Dante con un mensaje que sabía encendería una tormenta: [¡Hermano! ¡Lydia te está siendo infiel!

La satisfacción maliciosa que sintió al presionar enviarle hizo olvidar momentáneamente sus propios deseos hacia Lydia

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El Precio de tu

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