Capítulo 24
-¿Ya se disculpó contigo, Esther?
Ante la pregunta de Montserrat, Esther giró la cabeza con deliberada lentitud para mirar a Samuel.
Al ver que Esther estaba por responder, Samuel, anticipando sus intenciones y temiendo lo que pudiera decir frente a su abuela, se apresuró a tomarla del brazo.
-Abuelita, la señorita Montoya y yo tenemos que discutir algunos asuntos en privado. Vamos
arriba -declaró con firmeza mientras arrastraba a Esther hacia las escaleras.
-¡Samu! -exclamó Montserrat, alarmada-. ¡Por Dios, hijo! Es una señorita. Si le haces algo a Esther, itu abuela no te lo va a perdonar!
Ya en el segundo piso, Samuel arrojó a Esther sobre la cama y de inmediato cerró la puerta del
dormitorio con llave.
-Presidente De la Garza, ¿esto qué significa? -Esther, apoyándose en el borde de la cama, lo miró con malicia-. Hacer esto… ¿qué pensaría la señorita Miravalle si se entera? Seguro no le agradaría nada.
-¡Esther! -Samuel avanzó hacia ella y la sujetó del cuello con frialdad-. ¿De dónde sacas tanta confianza? ¿Con qué derecho vienes a mi casa?
-La abuelita me extrañaba, era mi deber venir a verla. ¿Algún problema? -respondió Esther levantando el rostro.
Aunque Samuel ejercía presión, ella sabía que no se atrevería a lastimarla realmente.
Al ver la astucia brillando en los ojos de Esther, Samuel sintió cómo una furia incandescente
crecía en su interior.
-¿No temes que te estrangule?
-El presidente De la Garza ha estado atacando a la familia Montoya estos días, haciéndonos la vida imposible… ¿todo para que yo te suplique? Si me estrangulas, ¿cómo esperas verme rogarte de rodillas?
Samuel soltó una risa gélida y finalmente la liberó.
-Ya veremos cómo terminas suplicando de rodillas -dijo mientras tomaba asiento en un sillón cercano. Agarró una botella de vino tinto de la mesa, dispuesto a observar cómo Esther se
humillaba ante él.
Esther se incorporó de la cama y comenzó a hablar con calma calculada:
-La fábrica del oeste, el proyecto del centro, los negocios internacionales del quince de cada mes… Por cierto, recuerdo que el Grupo De la Garza tiene una casa de subastas bastante importante, con transacciones anuales de miles de millones en artefactos. Todo esto debe sonarle familiar al presidente De la Garza, ¿no es así?
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Capítulo 24
Con cada lugar que Esther mencionaba, la sonrisa en el rostro de Samuel se desvanecía gradualmente.
Esos eran los eslabones de la cadena de industrias turbias del Grupo De la Garza, incluyendo negocios no del todo legales.
Información que ni siquiera una señorita aparentemente inocente como Esther debería conocer, y que solo la alta dirección de su empresa manejaba, aunque no con el detalle que ella demostraba.
Ante el silencio de Samuel, Esther continuó:
-Espero que el presidente De la Garza retire estas pequeñas jugarretas contra la familia Montoya. De lo contrario, podría hacer público todo lo que ha estado haciendo. Si eso ocurre, tanto la familia De la Garza como la Montoya caerían juntas, aunque parece que a nosotros no nos iría tan mal.
-¡Esther! ¿Me estás amenazando? -la voz de Samuel destilaba peligro. Nadie se había atrevido a desafiarlo tan directamente en su propia casa. Esther era la primera.
-Presidente De la Garza, si usted no se mete conmigo, yo no me meto con usted. Nos llevamos bien y cada uno por su lado. Si no toca a la familia Montoya, estos secretos quedarán enterrados. ¿No le parece justo?
-Esther, por un lado dices que quieres romper nuestro compromiso y por otro, te ganas a mi abuela para asegurar tu posición. ¿Y todavía tienes el descaro de hablar de separarnos en buenos términos? -Samuel soltó una carcajada sin humor-. Si no fuera porque Anastasia es bondadosa y no te guarda rencor, no me habría limitado a hacer que la familia Montoya perdiera algunos negocios.
-¿Entonces no hay nada que negociar?
-¿Tú qué crees?
Esther ya anticipaba que Samuel no cedería fácilmente ante las amenazas. Su visita era más bien una advertencia: todo tiene un límite. Incluso un perro acorralado saltaría el muro, y ella no era precisamente una damisela indefensa.
-Presidente De la Garza, ¿le interesa hacer una apuesta conmigo?
-¿Apostar qué?
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