Capítulo 19
La tensión era palpable en el ambiente mientras Olimpia observaba a Esther, sus ojos brillando con expectación.
Después de todo, si Esther se casaba con la familia De la Garza, el futuro de ella y su hijo estaría asegurado.
Esther arqueó una ceja y esbozó una sonrisa enigmática.
-Sí, claro -respondió con calculada ambigüedad.
-¡Qué maravilla! -exclamó Olimpia, prácticamente saltando de emoción-. Sabía que el presidente De la Garza seguía interesado en ti. ¿Por qué otro motivo te invitaría a salir?
-Señora, me temo que hay un malentendido -la voz de Esther cortó el aire como un cuchillo-. El presidente De la Garza me citó para discutir la cancelación de la boda.
-Entonces… -la voz de Olimpia tembló.
-La boda -pronunció Esther cada palabra con deliberada lentitud-, ya se canceló.
-¡¿Qué?! ¡¿La boda se canceló?!
El rostro de Olimpia palideció tanto que por un momento pareció que se desmayaría. Saúl se apresuró a sostenerla, mientras dirigía una mirada furiosa hacia Esther.
-¡Te pasaste de la raya! -bramó-. ¿Cómo te atreves a cancelar la boda sin consultar con la familia? ¿Ya no te importamos?
-Mi matrimonio lo decido yo -respondió Esther con frialdad-, no tengo que consultarlo con nadie. A partir de hoy, me haré cargo personalmente de los asuntos de la empresa. Y señora -añadió con tono burlón-, el Grupo De la Garza ha retirado su inversión, así que puede dejar de preocuparse por eso.
La indignación dejó a Olimpia sin palabras. ¿Qué le había pasado a esta Esther? Era como si fuera una persona completamente diferente.
En las oficinas del Grupo Montoya, la presencia de Esther causó revuelo inmediato.
Era un acontecimiento raro verla allí, ya que normalmente era Olimpia quien manejaba todo a través del gerente Francisco Paredes.
-¡Señorita Montoya! -Francisco se apresuró a saludarla-. ¿Qué la trae por aquí? Si necesita algo, solo debe llamarme.
-¿Francisco?
-¡El mismo! ¿Tiene alguna instrucción para mí?
Esther estudió al hombre frente a ella. A pesar de rozar los cuarenta, mantenía una apariencia respetable, aunque su sonrisa delataba cierta vulgaridad.
01:26
En su vida anterior, había sido testigo de cómo este hombre y Olimpia habían huido juntos con el dinero de la empresa, dejando al Grupo Montoya en bancarrota en menos de tres años.
-Necesito revisar los últimos estados de cuenta y reportes -solicitó Esther directamente.
-Eh… señorita, me temo que le resultarán difíciles de entender–se excusó Francisco-. Si tiene alguna duda específica, puede preguntarme directamente.
Su evasiva era evidente. Algo andaba mal con las cuentas, pero Esther optó por no presionar… todavía.
-¿Cómo van los proyectos de la compañía últimamente? -preguntó con fingida casualidad.
-Ay, la situación es complicada -Francisco suspiró teatralmente-. Desde que el Grupo De la Garza retiró su inversión, el Grupo Montoya ha quedado marginado. ¡La estamos pasando muy mal!
-El Grupo De la Garza retiró su inversión apenas ayer -señaló Esther.
-Señorita Montoya, usted es aún muy joven, es normal que no entienda estas cosas -respondió con condescendencia-. ¿Por qué no va a la sala de descanso a relajarse?
Su actitud evasiva era cada vez más obvia. Aunque la retirada del Grupo De la Garza era significativa, no justificaba una crisis total.
Francisco claramente exageraba, probablemente actuando como intermediario de Olimpia para presionarla a reconciliarse con Samuel.
En ese momento, la secretaria Ruth Ferrer irrumpió en la oficina con una pila de documentos. Francisco intentó interceptarla.
-¿No ves que la señorita Montoya está aquí? ¡Dame eso! Mejor vete.
Los ojos de Esther se entornaron al ver los documentos.
-Un momento -ordenó con voz firme.
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