Capítulo 17
Anastasia se dejó caer de rodillas sobre el suelo pulido de la cafetería, en un gesto dramático que reflejaba su talento para la manipulación emocional.
-Señorita Montoya, le juro que nunca más tendré nada que ver con Samu su voz temblaba con aparente sinceridad-. Solo le suplico, por el bien de Samu y del Grupo De la Garza, que no siga con esta situación. Este camino no beneficia a nadie, ni siquiera a la familia Montoya.
Sus palabras rebosaban de una supuesta preocupación por Samuel, pero al mismo tiempo, sutilmente subrayaba que el único interés de él en el matrimonio eran los recursos de la familia Montoya.
-Las palabras de la señorita Miravalle son realmente conmovedoras -respondió Esther con ironía, pero dígame… ¿por qué debería yo considerar el bienestar de Samuel y el Grupo De la
Garza?
La perplejidad se dibujó en el rostro de Anastasia. Durante los últimos tres meses, había sido testigo de la devoción absoluta de Esther hacia Samuel. Incluso la había escuchado declarar que haría cualquier cosa por él.
Este cambio repentino la desconcertaba por completo.
-Señorita Montoya, si dice esto solo por estar molesta, le ruego me disculpe -insistió Anastasia-. Mi único deseo es que usted y Samu arreglen sus diferencias. Yo me apartaré completamente y me iré a un lugar donde Samu jamás pueda encontrarme…
-Señorita Miravalle -la interrumpió Esther con voz gélida-, esos son solo sus deseos. ¿Por qué tendría yo que pasar mi vida al lado de un hombre que tiene a otra mujer en su corazón? ¿No le parece un poco absurdo?
-Señorita Montoya, sé que me malinterpreta, pero haría lo que fuera por Samuel.
Con un movimiento calculado, Anastasia extrajo una tarjeta bancaria de su bolso y la colocó sobre la mesa.
-Sé
que Samu ha malinterpretado la situación y está enfrentándose a la familia Montoya. Ustedes necesitan el dinero ahora. En esta tarjeta hay quinientos millones. Estoy dispuesta a compensarla, solo le pido que se reconcilie con Samu y no cancele el compromiso.
Observando la aparente sinceridad en el rostro de Anastasia, Esther no pudo evitar reír
internamente.
En su vida anterior, Anastasia siempre había usado la misma estrategia: alejaba a Samuel mientras mantenía un hilo invisible que lo ataba a ella. En el fondo, solo lo mantenía en
espera.
Su urgencia por asegurar el compromiso entre Samuel y Esther no era más que un cálculo frío: sabía que Montserrat jamás la aceptaría en la familia, y con los Montoya en declive, sin nadie que pudiera apoyar a Esther, eventualmente el Grupo De la Garza descartaría a la familia
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después de exprimirla.
Además, en todo Cancún era conocido el parecido físico entre Esther y Anastasia. En lugar de arriesgarse a que Samuel terminara casándose con alguna dama de alta sociedad con
conexiones poderosas, era preferible que se comprometiera con Esther, una sustituta que todos reconocían como tal.
En el futuro, cuando Anastasia y Samuel “reavivaran” su amor de infancia, la sociedad solo vería una historia romántica digna de admiración.
Con Montserrat envejeciendo, Anastasia solo necesitaba esperar a que perdiera influencia para asegurar su posición como señora De la Garza a través de Samuel.
-Señorita Miravalle, ¿Samuel… está al tanto de esta visita? -preguntó Esther con fingida
inocencia.
La pregunta tomó a Anastasia por sorpresa, su rostro traicionando momentáneamente su
nerviosismo.
-Ha estado arrodillada mucho tiempo, sus rodillas deben dolerle -continuó Esther con falsa preocupación-. Permítame ayudarla.
Justo cuando Esther se inclinaba para ayudar a Anastasia, las campanillas de la puerta tintinearon y Samuel irrumpió en el café. Con un movimiento brusco, agarró a Esther del brazo y la arrastró hacia afuera.
-¡Esther! ¿Qué diablos crees que estás haciendo? -rugió con furia apenas contenida.
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