Capítulo 15
Una sonrisa irónica se dibujó en el rostro de Esther al comprender que Samuel pretendía amenazarla. La situación le resultaba absurdamente cómica.
-Entonces hazlo -respondió con una calma desconcertante mientras lo miraba directamente
a los ojos.
Samuel frunció el ceño, evidentemente sorprendido por la reacción de quien siempre había sido tan cuidadosa con su imagen.
-¿Qué dijiste? -inquirió con incredulidad.
-Dije que lo hagas -repitió Esther con desdén, mientras se incorporaba ligeramente-. ¿A quién piensa contratar el presidente De la Garza? ¿Un vagabundo, algún transeúnte, uno de sus guaruras o tal vez una secretaria? ¿O prefiere… otro secuestrador como el que me trajo aquí?
-¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?
Samuel solo había querido intimidarla un poco, pero ella permanecía imperturbable. Observándola, recordó a la antigua Esther, aquella que bajaba la mirada avergonzada ante su mera presencia. La mujer frente a él ahora le resultaba una completa desconocida.
-¿Qué pasó? ¿El presidente De la Garza se arrepintió? Si es así, me retiro -declaró Esther, haciendo ademán de levantarse.
En un movimiento brusco, Samuel la sujetó contra la cama, impidiéndole moverse. Por instinto, Esther intentó abofetearlo, pero esta vez él estaba preparado y bloqueó su brazo con la mano izquierda.
-¡Samuel! -exclamó ella con indignación.
El agua aún goteaba por su cuerpo, y la tela ligera de su ropa se adhería a su piel, delineando su figura esbelta. Samuel la mantenía presionada bajo su cuerpo mientras esbozaba una sonrisa cruel.
-La señorita Montoya siempre se ha creído superior a todos. ¿Qué pasó hoy que parece tan desesperada por entregarse? Esther, solo buscas mi aprobación. No juegues a hacerte la difícil conmigo, me das asco.
-¿Asco? -Esther soltó una risa seca.
En un movimiento inesperado, rodeó el cuello de Samuel con sus brazos y se pegó a él. El contacto lo hizo reaccionar como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Se apartó bruscamente, empujándola sin disimular su repulsión.
-¡Esther, qué bajo has caído! -espetó con desprecio.
Sus palabras resonaron con una verdad amarga en la mente de Esther. Sí, había caído muy bajo. En su vida anterior se había entregado a Samuel, permitiendo que la usara a su antojo.
Y después de todo lo que había hecho por él, solo había recibido expresiones de asco y
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Capitulo 15
desprecio.
Se incorporó con dignidad, arregló su ropa con gestos pausados y lo miró directamente.
-Samuel, créelo o no, te diré algo: la Esther de antes quizás sentía algo por ti, pero ahora no me interesas en lo más mínimo. Este matrimonio se cancela. Les dejo el camino libre a ti y a la señorita Miravalle.
Sin esperar respuesta, se dirigió hacia la puerta y salió de la habitación.
Bianca entró inmediatamente después.
-Presidente De la Garza, ¿la señorita Montoya realmente piensa cancelar el matrimonio?
-Cualquiera puede decir palabras bonitas -respondió con desdén-. Si realmente quisiera cancelarlo, no habría ido a quejarse con mi abuela.
-Entonces, ¿qué piensa hacer, presidente?
-Voy a darle una lección. Necesita aprender con quién puede meterse y con quién no.
-Entendido, presidente De la Garza.
Cuando Esther llegó a la residencia Montoya, completamente empapada, el reloj marcaba la medianoche. Olimpia estaba haciendo un escándalo en el vestíbulo y, al verla, se abalanzó sobre ella sin contemplaciones, arrojándole un periódico al rostro.
-¡Esther! ¡Todavía te atreves a volver! ¡Mira lo que provocaste! Te ordené que te disculparas con el presidente De la Garza y no me hiciste caso. ¡Y ahora mira! El presidente De la Garza va a destruir a la familia Montoya como si fuéramos hormigas.
