Capítulo 25
-¿Decidiste divorciarte después de ver ese álbum de fotos?
Rafael fue el primero en plantear esa pregunta sin respuesta clara.
Alicia no dudó y respondió con sinceridad.
—Sí y no. Ya tenía esa idea desde hace tiempo; el álbum solo fue el
detonante. Aunque no lo hubiera visto, algún día no habría podido soportarlo más y habría pedido el divorcio de todas formas.
Su tono firme hizo que Rafael se sintiera culpable.
-No he sido suficiente, tienes tantas quejas sobre mí, ¿por qué no me lo dijiste?
Alicia lo miró de reojo, su voz era ligera como el aire.
—¿Tú tampoco me dijiste que te gustaba Carmen, verdad? Solo estaba siguiendo tu ejemplo, optando por el silencio.
Viendo que aún la malinterpretó, Rafael se apresuró a aclarar.
—Sí, me gustó, pero eso fue hace mucho tiempo. Después de casarnos, estaba dejándola ir, quería hacer las cosas bien contigo…
Alicia no quería escuchar sus excusas débiles y vacías, y lo interrumpió directamente.
-No me importa cuándo la dejaste ni cuán sincero eres conmigo. Todo eso ya pasó, no quiero gastar más energía en cosas que no valen la pena, ¿
entiendes?
Viendo esos ojos claros y decididos, Rafael solo pudo tragarse las explicaciones que había preparado durante mucho tiempo.
Sus manos estaban fuertemente entrelazadas, los nudillos blancos por la
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fuerza aplicada, y solo quedaban resignación y tristeza en su mirada.
A Alicia no le importaba cómo se sentía él en ese momento.
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sacó sus
Ella estaba agradecida de que el mundo se había calmado de nuevo, auriculares y una máscara para los ojos, preparándose para descansar.
El avión volaba sobre Lagoazul, surcando los cielos sobre las nubes.
El silencio se apoderó de la cabina, Rafael giró la cabeza, observando de cerca esa tranquila cara durmiente, y su agitado estado emocional
finalmente comenzó a calmarse.
Ella resistía tanto hablar del pasado, que él solo podía renunciar.
Pero eso no significaba que iba a rendirse.
Dos horas más tarde, el avión aterrizó en el aeropuerto de Riberasol.
Alicia empujaba su equipaje listo para abordar el coche, cuando vio a Rafael
de nuevo parado detrás de ella a través del espejo retrovisor, no pudo evitar
darle una mirada severa.
—Lo que se tenía que decir y lo que no, ya se ha dicho todo, ¿vas a seguir
molestándome?
-No es que se haya aclarado todo, solo se ha eliminado la conversación sobre lo ocurrido después del matrimonio. Pero aún quedan esos siete años antes y el resto de nuestras vidas por delante, ¿no es así?
-¿No es solo que estuve enamorada de ti en secreto durante siete años y después del divorcio cada quien siguió su camino? ¿Qué más hay de qué
hablar?
Rafael la observaba en silencio.
A pesar de todo lo que habían pasado, ahora al verla, todavía recordaba la primera vez que ella se le declaró.
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En ese entonces, él rechazó gentilmente su amor, pensando que su historia
terminaría allí.
Quién hubiera pensado que su historia continuaría durante diez años sin un
final claro.
Esta vez, era él quien seguía los pasos de Alicia.
-El pasado ya está decidido, pero el futuro es incierto, Ali, no saques
conclusiones tan pronto.
Después de diez años, al oír esas palabras, Alicia se quedó paralizada en su
lugar.
Levantó la cabeza, viendo cómo él se paraba frente a ella con las manos
detrás de la espalda, y los recuerdos sellados en su mente comenzaron a
soltarse.
Al caer la noche en la plaza de la Universidad Lagoazul, las luces cálidas iluminaban a los transeúntes apresurados.
Alicia detuvo a Rafael frente a la biblioteca, se armó de valor con el rostro
sonrojado y se declaró, recibiendo un agradecimiento como respuesta.
En ese momento, llena de frustración y arrepentimiento, no pudo evitar
rascarse la cabeza.
Desde arriba llegó una risa suave, y al levantar la vista vio su sonrisa en los
labios.
En aquel entonces, con pasión y obstinación, pensó erróneamente que él se
burlaba de ella, así que le dijo seriamente una frase.
-Ahora no me quieres, pero el futuro es incierto, Rafael, no saques
conclusiones tan pronto.
Nadie esperaba que, después de tantos años, esas palabras cruzarían el tiempo y volverían a resonar en los oídos de ambos.
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Solo que ahora, los roles habían cambiado.