Capítulo 23
Al escuchar hasta el final, Alicia sintió como si un enorme peso hubiera caído sobre su corazón, provocando una tormenta de emociones.
No esperaba que desde la perspectiva de Carmen, la historia pareciera tan
diferente.
A pesar de su asombro, no creía que esos fueran los hechos reales.
Después de todo, el amor es como beber agua: solo uno sabe si está fría o
caliente.
Si Rafael realmente la amaba, ¿no habría sentido algo?
Así que, frente a los esfuerzos de Carmen por persuadir y explicar, Alicia permaneció en silencio por un momento antes de responder.
– Independientemente de si sus sentimientos hacia ti eran amor, cariño fraternal o amistad, me parece que eran mucho más profundos que los que tenía hacia mí, su exesposa. Mi decisión de divorciarme no fue solo por tu aparición, sino por la acumulación de muchos pequeños y grandes incidentes que me hicieron ver la verdadera naturaleza de nuestro matrimonio, y eso me llevó a la desilusión total.
Viendo cómo ella expresaba tranquilamente los hechos, Carmen se sintió profundamente conmovida.
Las palabras de consejo que tenía listas se quedaron en sus labios.
Las miradas de ambas se encontraron en el aire, y Alicia, viendo los ojos ligeramente enrojecidos de Carmen, suspiró suavemente.
-Al final, todo esto es un asunto privado entre Rafael y yo, tú eres inocente y nunca deberías haber sido involucrada. Ahora que nuestro divorcio es un hecho consumado, y yo, como parte directamente implicada, he podido seguir adelante, ¿qué razón tienes tú, una mera espectadora, para seguir
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angustiada? Deja todo atrás y vive bien tu vida, tanto tú como yo aún tenemos tiempo para empezar de nuevo.
Aunque la conversación terminó, Carmen tardó mucho en calmar sus
emociones.
Se quedó sentada sola en el asiento por un largo tiempo, hasta que finalmente comprendió el mensaje de Alicia.
Todo lo de ayer ha quedado atrás.
Hoy, todo comienza de nuevo.
En ese instante, las nubes oscuras y la niebla que se habían acumulado en su
corazón se disiparon.
Se levantó y se dirigió a la cabina vecina, abriendo la puerta.
El silencio reinaba en la habitación, y al ver a Rafael apoyado en el respaldo de la silla sin decir palabra, lo llamó suavemente.
—Rafa, ¿estás bien?
Toda la conversación entre las dos mujeres había llegado a oídos de Rafael sin perderse una palabra.
Él no estaba bien, pero frente a Carmen, reprimió todas sus emociones,
intentando aparentar calma.
-Estoy bien.
Su voz temblaba ligeramente, y Carmen lo notó rápidamente.
Bajó la mirada y se sentó frente a él, tardando mucho en encontrar algunas palabras de consuelo.
-Puedo entender cómo se siente Ali. Aunque no sé qué pasó exactamente entre ustedes en esos tres años, algo debe haberla hecho muy infeliz, por eso quiere terminar todo y empezar de nuevo. Rafa, ya que ella ha dejado
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atrás el pasado, tú también deberías dejar de preocuparte.
Carmen expresaba una lógica que Rafael conocía bien.
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Pero él sabía que el dolor y la desesperación que Alicia había sentido en su matrimonio provenían de él.
Él era el principal responsable de su trágico final, ¿qué derecho tenía de hablar de soltar?
No importa cuánto consuelo recibiera, para él era inútil.
No quería que Carmen siguiera preocupándose por él, así que cambió de tema y ofreció llevarla a casa.
En el momento de despedirse, Carmen le hizo una pregunta.
—Rafa, ¿puedes dejar ir a Ali?
¿Podría?
Probablemente no, pensó Rafael.
Una sonrisa triste apareció en su rostro, pero su voz llevaba un matiz de firmeza.
-Ella me persiguió durante diez años, y aunque me casé con ella, nunca la aprecié de verdad ni la traté como se merecía; perderla es un castigo que merezco. Tres años de matrimonio la han convertido en una parte esencial de mi vida, ¿cómo podría simplemente dejarla ir? No importa si ella me odia o me desprecia, quiero intentarlo de nuevo, sin importar el resultado, solo seguiré mi corazón.
Carmen no insistió más, levantó la mano en un gesto de despedida y sonrió
sinceramente.
-Rafa, gracias por todo este tiempo, y espero que al final consigas lo que
deseas.