Capítulo 17
Alicia no le creía.
Para Rafael, eso fue un golpe devastador.
Pero también era consciente de que había erosionado completamente la confianza que ella tenía en él, y solo podía culparse a sí mismo.
Este resultado, aunque lo había ensayado incontables veces en su mente, aún estaba dentro de lo que podía manejar.
Tomó una profunda respiración, y su tono se volvió aún más firme.
-Voy a demostrar que lo que digo es verdad, Ali. ¿Me darías otra
oportunidad?
Ya habían llegado al estacionamiento y aparcado el coche. Alicia se desabrochó el cinturón de seguridad y abrió la puerta del coche con un tono de voz que denotaba cansancio.
-Entrégame el certificado de divorcio, y luego puedes demostrar lo que
quieras.
Sin esperar su respuesta, se dirigió directamente al ascensor.
Al volver a la cuestión del divorcio, Rafael finalmente comprendió que ella
estaba decidida a divorciarse.
Apretó las manos en puños, las venas de los brazos resaltadas, incapaz de
liberar el dolor que llevaba dentro, solo podía seguirla por detrás hasta el
apartamento.
Tras ingresar la contraseña, el sonido de la puerta abriéndose resonó.
Alicia entró cabizbaja, dudando si quitarse los zapatos, cuando un par de zapatillas con forma de conejo captaron su atención.
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Esas zapatillas, idénticas a las que solía usar en la casa vieja.
Pero recordaba claramente haberlas tirado a la basura el día que se fue.
¿Por qué había un par idéntico aquí?
Con confusión, levantó la vista y al ver la disposición de la habitación se quedó paralizada.
Desde las cortinas hasta las tazas, desde el armario hasta la fotografía de boda en la sala, excepto por el tamaño de la habitación, todos los detalles estaban replicados exactamente como en su antiguo hogar.
Frente a esta escena que parecía un error en el tiempo, Alicia no pudo evitar
preguntar.
-¿Por qué decoraste la casa así? ¿Dónde conseguiste todas estas cosas
idénticas?
Rafael la siguió con la mirada, su tono lleno de nostalgia.
—Siempre pensé que te mudarías aquí conmigo para comenzar una nueva
vida, pero no esperaba que planearas irte y me dejaras solo aquí. Si no decoro la casa de esta manera, sentiría que no tengo un hogar. En cuanto a
estas cosas, en realidad no son difíciles de encontrar, solo requieren un poco
más de esfuerzo.
Si no fuera porque los recuerdos del pasado eran tan profundos, Alicia quizás habría sentido algo de culpa por abandonarlo.
Pero ahora estaba cansada de continuar con este drama sentimental y ni
siquiera se molestó en cambiarse los zapatos, simplemente avanzó hacia
adentro.
-Está bien, así también es más fácil para mí buscar lo que necesito, y
cuanto más rápido obtenga los documentos, más rápido podré irme. Es muy
conveniente.
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Cada palabra que Alicia decía después del reencuentro apuñalaba directamente el corazón de Rafael.
Finalmente se dio cuenta de que ella no era naturalmente dócil y sumisa, sino que tenía una personalidad que no dudaba en lanzar dardos verbales.
Había disfrazado su verdadero yo simplemente para entrar en su mundo y mantener su matrimonio.
En esos tres años, la indiferencia y el abandono que había soportado, el dolor y la angustia que había ocultado, probablemente superaban con creces lo que él imaginaba.
Ella había sacrificado su naturaleza para complacerlo y soportar un matrimonio que la hacía sentir completamente incómoda.
Y él había tomado todo su sacrificio por sentado, nunca mostrando empatía, y en lugar de eso, agregando sal a sus heridas, haciéndola perder toda fe en
la relación.
En ese instante, la verdad golpeó a Rafael como un cuchillo afilado
clavándose directamente en su corazón.
Sintió cómo todos sus órganos se retorcían con cada latido, como si quisieran desgarrarlo en pedazos.
No podía detener ni resistir este dolor penetrante; simplemente tenía que permitir que se desatara dentro de su cuerpo.
Porque todo era consecuencia de sus propios actos.