Capítulo 11
Después de dejar Lagoazul, Alicia se dirigió a la estación de tren, señaló un
destino al azar y compró un boleto de tren de alta velocidad, iniciando su primer viaje tras el divorcio.
Durante el día, viajó de norte a sur; la temperatura subía gradualmente y el
aire se volvía más húmedo.
Llevando su equipaje, llegó a Monteluz, una ciudad completamente
desconocida para ella.
A diferencia del ritmo acelerado de Lagoazul, todo en esta pequeña ciudad parecía más lento. Tras dejar su equipaje en un hostal, comenzó a
deambular sin rumbo.
Pidió un bol de fideos y se sentó en una calle ruidosa para disfrutar de una bebida fría, relajándose completamente.
Su teléfono sonó, indicando un mensaje en WhatsApp, donde solo tenía
unos pocos contactos. Al abrirlo, vio dos mensajes de Ignacio.
[Alicia, ¿por qué no me aclaraste tu situación antes de divorciarte? Esto me
ha complicado las cosas. No le di tu información de contacto a Rafael y se enfadó conmigo. Él escribió una carta que quería que te entregara, mírala tú misma.]
Que Rafael se enfadara era algo que Alicia había anticipado.
Pero que él escribiera una carta realmente la sorprendió.
Abrió el documento y lo primero que notó fue su longitud.
8000 palabras.
Solo por un divorcio, ¿realmente era necesario escribir tanto? No serían todas quejas sobre ella, ¿verdad?
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Pero Alicia, aliviada de haber escapado del matrimonio, no quería estropear
su buen humor con esos asuntos sombríos.
Con ese pensamiento, cerró el documento y puso su teléfono en silencio,
continuando con su comida.
Después de comer, paseó sola por el mercado nocturno, disolviendo las emociones complicadas que había acumulado en apetito y resolviéndolas
todas.
Cuando regresó al hotel por la noche, primero agradeció a Ignacio con un mensaje y luego le devolvió otro documento.
Cuando Rafael recibió el documento, su corazón, que había estado en
suspenso, se relajó un poco.
Lleno de expectativas, lo abrió, pero se quedó paralizado.
[Demasiado largo, no leído.]
[Estamos divorciados, no me molestes.]
Dos líneas simples, pero suficientes para levantar grandes olas en el tranquilo lago de su corazón.
Sus dedos volaron sobre el teclado, redactando un largo mensaje para
enviar.
Pero al recordar esas palabras, ‘demasiado largo’, frustrado, empezó a
borrarlo.
Finalmente, agotada su paciencia, lanzó el teléfono a la cama y se desplomó
en el suelo, cerrando los ojos exhausto.
Las imágenes del video que había visto comenzaron a pasar por su mente
confusa.
Tomó la cámara de la mesa, la encendió y la rebobinó al final, viéndola una
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y otra vez, finalmente deteniéndose en una imagen de Carmen.
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36 horas después de que Alicia se marchara, Rafael finalmente entendió por qué se habían divorciado.
¿Ella sabía sobre lo suyo con Carmen?
Este pensamiento hizo que su corazón se saltara varios latidos.
Un pánico sin precedentes se apoderó de él.
Se aferró a su cabeza, intentando recordar desesperadamente, tratando de
descubrir dónde había fallado. 6
Los recuerdos surgieron uno tras otro, deteniéndose finalmente en el día de
la mudanza.
Mientras él y Alberto corrían de arriba abajo, Carmen y Alicia parecían haber estado solas por un tiempo.
Pero volviendo atrás, aquel día era el noveno día del período de reflexión del divorcio; incluso si ella había descubierto algo inesperadamente, no podría haber anticipado lo que vendría.
La verdadera causa de todo debía estar en ese encuentro en la oficina de
abogados, cuando ella le dijo que era un contrato de propiedad para engañarlo y hacerle firmar esos días.
Al recordar lo que había sucedido el día anterior, el rostro de Rafael se volvió
pálido.