Capítulo 389
Él no podía evitar sentir un profundo cariño por ella, abrazándola mientras lloraba a mares. Pero ella, como si fuera magia, solía sacar algunos lápices y cuadernos nuevos… “Salva, esto te lo he comprado en secreto con mis ahorros. No lo desperdicies, úsalo con cuidado.”
Él se sentía realmente feliz, inmensamente feliz.
Pero por las noches, escuchaba cómo la madre de ella la insultaba: “¿Qué edad tienes para andar haciendo de madre? ¿Sabes algo del origen de ese mocoso? Déjame decirte algo, los niños que son abandonados por sus padres desde pequeños nunca vienen de familias felices y completas. Algún padre tuvo que haber sido moralmente corrupto y frío de corazón para abandonar a su propio hijo. No importa cuánto te esfuerces por él, terminará siendo un ingrato.”
Él se sentía terriblemente asustado, temía que su hermana no lo quisiera más.
Sabía que su padre era exactamente la persona desalmada y desagradecida de la esa señora.
Odiaba a su padre, no quería ser como él.
No era ese tipo de persona. ¿Su hermana le creería?
que
hablaba
En ese momento, escuchó la voz de su salvadora refutando a su madre: “Mamá, desde que lo traje a casa, es mi responsabilidad cuidarlo. No me importa si sus padres son malos, solo sé que lo educaré para que sea alguien útil para la sociedad.”
Luego, se marchó cerrando la puerta tras de sí.
Su madre la maldijo a sus espaldas: “¿Para qué lo crías? ¿Acaso esperas que sea tu hombre cuando crezca? A tu corta edad, pero con pensamientos tan sucios, ¿Como es que todavía tienes cara para mostrarte?”
La joven lloraba sin poder recuperar el aliento. “Tú eres mi madre, ¿Cómo puedes no conocerme? Siempre he sido respetuosa conmigo misma, ¿Cómo puedes insultarme así?”
Él se sentó en la puerta, y comenzó a llorar en silencio.
Cuando su hermana salió y lo vio, se detuvo un momento.
Luego, tomó su mano y lo alejó de aquel hogar terrible.
“¿Hermana, me dejarás?” Preguntó levantando su rostro lleno de lágrimas.
En su corazón, solo la tenía a ella y la consideraba como su familia, no quería dejarla. Pero sabía que si no se alejaba, ella enfrentaría insultos diarios por parte de su madre,
A pesar de su difícil situación, ella lo consolaba con una sonrisa: “Salva, tranquilo, desde el día que te traje a casa, nunca he pensado en dejarte.”
“Pero si me quedo contigo, hermana, tú estarás triste todos los días…” Respondió con voz
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entrecortada.
Ella se mostró optimista: “¿Quién dice eso? Desde que llegaste, he sido muy feliz todos los días.. Salva, no estés triste, cuando crezcamos, todo estará bien.”
En ese momento, él formuló su primer deseo en la vida: esperar crecer rápido para proteger a su hermana.
Pero nunca imaginó que su vínculo con su hermana sería tan breve. Un traficante de personas, evadiendo la justicia, contactó a su madrastra y ella vendió su paradero, llevando a la familia
Nolan a encontrarlo.
Cuando Guzmán y la madrastra se presentaron frente a él, probablemente ella no esperaba que él recordara cómo lo había abandonado. Así que fingió llorar desconsoladamente abrazándolo: “Hijo, mi pobre hijo. Mamá no esperaba volver a verte…”
Por supuesto que no lo esperaba, ya que al abandonarlo nunca pensó que regresaría.
Quiso revelarle la verdadera cara de esta mujer a su padre, pero entonces, como si hubiera tenido una epifanía, recordó las enseñanzas de su hermana: “Salva, la cara es el espejo del alma. Siempre debes ser cauteloso con las personas, incluso con tus propios padres.”
Con eso en mente, fingió no conocerlos.
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