Capítulo 388
Cuando cumplió seis años, el regalo de cumpleaños que recibió fue mendigar por las calles
Era como un mono en el zoológico, abandonado en las calles para el entretenimiento de los transeuntes. En ese momento, con su carácter fortalecido, solo al recordar aquel día se sentía profundamente humillado, como si vivir fuera peor que morir.
Por suerte, la providencia lo miro con buenos ojos.
Entre la multitud, apareció una niña delgada y alta, con dos trenzas. Aunque su ropa estaba vieja, estaba impecablemente limpia. Su rostro bonito estaba adorado con un par de ojos negros como joyas, brillando como estrellas; y una dulce sonrisa colgaba de sus mejillas ligeramente rechonchas.
Al verla, sus ojos se iluminaron.
Nunca había visto a una niña tan hermosa, era como la luna brillante en su oscuro mundo, iluminando su sombrío camino.
La pequeña hizo algo que, cada vez que se encontraba en la desesperación, al pensar en su valentia de aquel día, le daba el coraje para volar contra la luz.
Ella lo abrazó espontáneamente, diciéndole a los transeuntes que él era su hermanito.
En ese momento, se sintió muy seguro en sus brazos. Aunque los traficantes de personas también lo abrazaban cuando lloraba, tratando de calmarlo rápidamente, siempre temblaba de miedo y ansiedad en sus brazos.
Pero en los brazos de ella, se sintió completamente tranquilo.
Era una chica inteligente y valiente, que con unas pocas palabras dejó a los traficantes de personas sin argumentos. Para impedir que se lo llevara, intentaron desafiarla: “Dices que eres su hermana, ¿Pero sabes su nombre?”
“Si
Ella lo miró y le dio un nombre: “Salva“.
El asintió sin dudar “Hermana
Aunque era la primera vez que se veían, hubo una sorprendente compenetración entre ambos,
como si estuvieran destinados a ser hermanos
Ella se lo llevó con toda la dignidad
Pero por hacerlo, se ganó la enemistad de los traficantes. Desde ese día, sufrió represalias, la esperaban en el camino de regreso de la escuela, la aboleteaban, la pateaban, la golpeaban. Por suerte, era astuta y logró hacer señas secretas a sus compañeros para que llamaran a la
policía
Ella regresó a casa llena de heridas, pero sonriendo, le dijo: “Hoy te he vengado. Esos malvados
que te secuestraron, fueron arrestados.”
Al verla, más que sentir pena por ella, la admiraba.
Una chica que podía florecer incluso en la adversidad. Qué valiente. Pero el desastre que él le trajo, aún no había terminado.
El pequeño se quedó a su lado durante unos meses, los cuales fueron los más felices de su vida. Pero esa felicidad fue efimera, y al final, su malvada madre los descubrió.
Lo que siguió fue un sinfin de desprecios y abusos hacia ella por parte de su propia madre. Temía que ella se rindiera ante la presión de su madre y lo abandonara.
Temia incluso soñarlo. Pero ella volvió a sorprenderlo, con sus jóvenes hombros, sostuvo su mundo.
Le enseño a leer, escribir y a hacer matemáticas; su educación preescolar, seguramente, fue gracias a ella. Pero mientras le daba luz, ella era azotada por tormentas.
Su madre, insatisfecha con los bienes que ella mendigaba, aumentó la cantidad de dinero que tenía que entregarle cada día.
Tenía que recoger más botellas, vender más basura para satisfacer la codicia de su madre. Cada día volvía más tarde a casa, siempre con nuevas heridas.
212