Capítulo 386
Al descubrir la verdad, el corazón de Isaac se sintió particularmente oprimido. Como si estuviera lleno de plomo, un corazón rojo lleno de confianza y amor verdadero se infló hasta no poder más, incapaz de soportar la decepción de la confianza y el amor roto, finalmente estalló en pedazos.
Su rostro estaba pálido, su esbelto cuerpo aún temblaba.
Finalmente, estuvo seguro de algo: su relación con Cynthia era una enciclopedia de mentiras al desnudo.
Qué ridículo.
Cynthia era una fábrica de mentiras, y él, simplemente su ejecutor.
Con el cuchillo que Cynthia le prestó, aniquiló a los seres queridos que tenía a su alrededor. Y aun así, seguía corriendo a servirla como un perro fiel.
Isaac, qué bajo has caído.
Isaac se alejó tembloroso.
Aurora, mostrando una expresión de duda, le preguntó: “¿Así de fácil lo dejas pasar?” No parecía el estilo de Isaac.
El cielo de la Ciudad de México, una vez más, se llenó de tormentas.
Con la ayuda de Isaac, Federico ascendió rápidamente.
Esos hermanos de toda la vida, uniendo fuerzas, uno con dinero y el otro con esfuerzo, demostraron ser una fuerza imparable.
Pronto, los logros de Federico superaron los de Salvador.
Ese día, Florentino reunió a sus dos nietos y, ante la presencia de Guzmán, otorgó sus acciones
a Federico. Además, frente a un abogado, lo designó como su heredero en su testamento.
Federico estaba eufórico. Su lucha con Salvador finalmente había terminado.
Pero lo más importante, era que había ganado.
Se suponía que era una competencia justa, Salvador debería aceptar su derrota.
Pero él no estuvo satisfecho con su victoria.
Al salir del estudio de su abuelo, Federico caminó deliberadamente al lado de Salvador. Durante el camino, no dejó de jactarse: “Salvador, ahora yo soy el verdadero dueño de la familia Nolan. ¿Crees que aún es apropiado que te quedes aquí?”
Salvador, con el rostro sombrío y las manos en los bolsillos del pantalón, los miró con una mezcla de frialdad y desprecio: “Federico, hasta que no termine, no se sabe quién ganará“.
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Capitulo 386
El joven se rio a carcajadas: “Todos dicen que eres casi un demonio por tu astucia, pero a mi parecer, tampoco eres tan inteligente. ¿Crees que el abuelo te quiere y te favorece?”
Salvador se detuvo, y miró a Federico con una expresión seria.
En primer lugar, no tenía ningún apego por esa casa. Si no fuera por el cariño hacia su abuelo, nunca habría vuelto.
“¿A qué te refieres?”
Federico sonrió de manera irritante, incluso llegó a darle una palmada en la cara: “Tonto, el abuelo te trajo de vuelta a casa solo porque creyó en rumores. Hace tres años, un adivino dijo que eras un talento comercial único en un siglo. Que serías la estrella más brillante de la Ciudad de México. El abuelo temía que, una vez que te hicieras rico, te volvieras contra la familia Nolan, así que te acogió a regañadientes. Ahora que has perdido, es evidente que las palabras del adivino no eran de confiar. La ilusión del abuelo contigo se ha roto, no hay necesidad de seguir fingiendo“.
Salvador, luego de reflexionarlo por unos segundos, dijo: “No es de extrañar“.
No era de extrañar que el abuelo solo se involucrara en su vida después de que creció, y durante su miserable infancia, lo hubiera ignorado completamente.
Sin importarle nada, Federico solo buscaba su propia satisfacción: “Salvador, seré directo, tanto el abuelo como papá siempre
prefirieron que yo fuera el heredero de la familia Nolan. Pero como ese adivino te alabó por ser decisivo y sin corazón, el abuelo temía que no pudiera competir contigo y que, si algún día tomabas el poder, me eliminaras por completo, por eso se esforzó en fingir una profunda relación entre abuelo y nieto“.
Acercándose al oído de Salvador, dijo maliciosamente: “El abuelo te mantuvo a su lado solo para conocer al enemigo y ganar todas las batallas. Ya sabes lo que dicen, mantén a tus amigos cerca, pero a tus enemigos aún más“.
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