Capítulo 401
Lucio se recostó exhausto en el sofá, y cerró los ojos para descansar.
Pero justo al cerrarlos, en la oscuridad de su visión, el rostro de su esposa apareció de repente.
Vestida con un atuendo blanco, su cabello largo suelto, esa cara marcada por los años de repente parecía increíblemente joven.
Ella se acercó a él, sus labios se movieron levemente, y de ellos salió una voz etérea como si viniera del más allá: “Mi amor, aquellos que traicionan un corazón sincero tendrán que pagar con sangre.”
Ante esas palabras, él se rio frenéticamente: “Querida, de verdad que tienes un gran sentido del humor.”
Estaba seguro de que era un sueño.
Después de todo, lo que ella había dicho era una exageración.
El joven rostro de la señora Córdoba envejeció de repente a una velocidad asombrosa, perdiendo todo color, sin pasar mucho antes de que su cara se hinchara.
Lucio despertó como si saliera de un sueño, recordando ese rostro, era exactamente cómo lucía ella después de ahogarse, cuando la sacaron del agua.
Una sensación de pánico se pintó en su rostro: “Ya estás muerta, ¿Por qué vienes a molestarme?”
“Mi amor, esparciste mis cenizas, dejándome sin un lugar a donde ir. Así que no tengo más opción que aferrarme a ti…”
Lucio se quedó sin palabras. Pensar en ser acosado todos los días por algo tan aterrador le daba escalofríos.
“Descansa en paz, mañana buscaré a un sacerdote para que realice una misa por ti…” Él la engañó, aunque en su mente pensaba cómo sellar su espíritu para que no pudiera molestarlo nunca más.
“Ja, ja.” La mujer soltó una risa seca y escalofriante, “¿Una misa por mí? ¿Realmente serías tan considerado? No creas que no sé lo que estás pensando, seguramente querrás sellar mi alma.”
Al ser descubierto, Lucio se sintió avergonzado.
La señora Córdoba continuó: “Me casé contigo creyendo haberte dado lo mejor de mí, nunca imaginé que al final me tratarías con tal desdén. Córdoba, el karma siempre llega, y tú recibirás tu merecido. Recibirás tu merecido.”
Lucio despertó súbitamente, encontrando su frente cubierta de sudor frío.
“¿Mi merecido?” Lucio, lleno de resentimiento, pensó: “No lo creo, siendo el presidente del Grupo Córdoba, destinado a la riqueza y el poder, ¿Qué karma podría tocarme?”
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Capítulo 401
Al día siguiente, convocó una junta de accionistas, buscando la sabiduría colectiva para romper el bloqueo que Isaac había impuesto sobre el Grupo Córdoba.
“Isaac nos ha estado robando proyectos, ¿Acaso solo vamos a quedarnos de brazos cruzados?” Durante la junta habló con fervor, intentando motivar a todos a enfrentar a Isaac.
Pero Isaac había sido el presidente anterior del Grupo Córdoba, con un historial brillante y una red de contactos impresionante dentro de la empresa. Muchos accionistas se habían enriquecido gracias a él, por lo que les resultaba difícil guardarle rencor.
Por otro lado, desde que Lucio colocó a su hijo ilegítimo en la posición de presidente, el desempeño de la compañía decreció, generando un sesgo negativo de muchos accionistas
hacia él.
“Isaac fue el presidente del Grupo Córdoba, nadie conoce mejor los entresijos de nuestra empresa. Cuando decidiste expulsarlo, deberías haber previsto las consecuencias de que se uniera a la competencia.” Dijo un accionista confrontándolo con dureza.
El rostro del presidente Córdoba se tornó sombrío, y defendiéndose con firmeza, dijo: “Isaac fue acusado de fraude matrimonial y adulterio, su divorcio y escándalos personales fueron el hazmerreír de todos, él mismo destrozó su imagen pública. Lo removí de su cargo para prevenir que arrastrara a la empresa con él.”
La explicación de Lucio se quedó corta. Por lo que al instante, alguien lo contradijo: “Lo que te está pasando ahora, ¿No es exactamente lo mismo que le ocurrió a Isaac en su momento? Fuiste infiel durante tu matrimonio, impulsaste a tu esposa a la muerte, y ahora, tu imagen también está completamente destruida. ¿Acaso planeas renunciar y retirarte por el bien de la empresa?”
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