Capítulo 371
Aurora se volvió visiblemente nerviosa: “Por favor, pásale el celular a Salva, quiero hablar un momento a solas con él.”
“Está bien.”
Tras un breve silencio, al otro lado de la línea se escuchó a Salvador, con una voz llena de culpa, como si hubiera hecho algo malo, preguntando con poca confianza: “¿Dónde estás?”
Aurora, ansiosa, le preguntó: “¿Por qué estás bebiendo? ¿Cuánto has bebido? Vuelve a casa
ahora mismo.”
Su tono tenía una mezcla de autoridad y cariño. Incluso su voz temblaba ligeramente.
Nadie sabía cuánto se culpaba Marina por no haber protegido a su hija.
En esta vida, veía a Salvador como a un miembro de su familia, su determinación para protegerlo y evitar que se lastimara era inmensa.
Salvador, con un tono de cachorro herido, dijo: “Aurora, todavía no has respondido a mi
pregunta.”
Ella permaneció en silencio.
El prolongado silencio hizo que Salvador se sintiera extremadamente insegura.
“Estoy en el cementerio del este, en la montaña.” Dijo finalmente, revelando su paradero.
En esa oportunidad, fue Salvador quien guardó un largo silencio.
“Oh, no te preocupes por mí, bleh…”
Al escuchar a Salvador vomitar, Aurora palideció: “¿Cuánto has bebido realmente? ¿Cómo terminaste así? Más te vale que no me estés mintiendo, regresa a casa ahora mismo.”
El estado de ánimo de Salvador se disparó como una montaña rusa lanzada hacia las nubes. “¡Ven al bar a recogerme!”
Era como un niño pidiendo dulces.
”
Aurora colgó el teléfono, y con una sonrisa dibujada en su rostro, miró al pequeño árbol frente a ella: “Valentina, ¿Escuchaste? Esa era la voz del señor Nolan. Estoy segura de que te agradaría, él ha sido un ángel para nosotras. En mi vida pasada no pude protegerte. En esta vida, me aseguraré de protegerlo.
Valen, mamá tiene que irse. Otro día volveré a visitarte.”
Aurora bajó de la montaña antes de que el sol se pusiera.
Durante todo el camino, no miró atrás.
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Capitulo 371
Si tan solo hubiera mirado atrás, habría visto a Isaac, quien estaba parado detrás de ella con una mirada de pánico en su rostro.
Ni siquiera Isaac sabía por qué, pero al ver a Aurora tan preocupada por Salvador, al entender el lazo que los unía, su corazón se llenó de un caos indescriptible.
Él sintió como si un tesoro que no supo valorar estuviera a punto de dejarlo para siempre.
Al bajar de la montaña, Aurora estaba esperaba en la parada del autobús para regresar a la ciudad, cuando Isaac se detuvo frente a ella en su lujoso auto.
Bajó la ventana y, como si se hubieran encontrado por casualidad, le dijo: “Aurora, ¿Quieres que te lleve?”
“No es necesario.” Dijo rechazándolo de inmediato.
Isaac insistió: “A esta hora, los autobuses de regreso a la ciudad son escasos. Si esperas, podría tomar mucho tiempo.”
Tras pensarlo, Aurora, preocupada por Salvador, decidió abrir la puerta del auto y subirse al
asiento trasero.
Isaac esbozó una leve sonrisa y aceleró.
Durante el viaje, ambos permanecieron en silencio.
Isaac intentó iniciar una conversación: “No solías ser tan callada.”
“No tengo nada de qué hablar contigo.” Respondió con fastidio.
Isaac sonrió amargamente.
Hubo un tiempo en que Marina era una chica alegre y sonriente, de carácter abierto y radiante. Pero desde que se cruzó en su camino, poco a poco se volvió más callada.
“Aurora, ¿Podemos mejorar nuestra relación?” Preguntó Isaac lentamente.
Aurora lo miró, y luego de unos segundos de silencio, le preguntó: “¿Qué crees?”
Isaac continuó: “A fin de cuentas, estuvimos casados…”
Al escuchar las palabras “estuvimos casados“, Aurora sintió como si una abeja venenosa la hubiera picado. Abrazándose a sí misma, todo su cuerpo expresó rechazo: “Ese fue el momento más vergonzoso de mi vida.”
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